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Un tren llamado futuro por José Clemente

La Razón
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L a principal rémora de la economía española es, sin ningún tipo de duda, su balanza comercial, un signo que registra la diferencia entre el valor de las exportaciones y las importaciones de mercancías. Este signo y la cuantía de saldo negativo del mismo nos indican la salud económica de cualquier país, por eso, toda situación deficitaria de la balanza comercial debe financiarse obligatoriamente mediante la balanza de capitales, lo que provoca un mayor endeudamiento de las reservas de divisas. La tasa o grado de cobertura española ha sido siempre negativa, pues la proporción entre el valor de nuestras importaciones y el comercio exterior ha corrido a cargo de nuestras reservas de capital, lo que nos ha convertido históricamente en un país dependiente de terceros, casi siempre, nuestros proveedores. Baste recordar que poco más del noventa por ciento de lo que consumimos procede de otros países y que sólo en contados sectores, como el agrícola o el turismo, recuperamos algo de equilibrio en la paupérrima situación de la balanza comercial española. Recuperamos algo de equilibrio, pero nada más, porque aún así seguimos siendo dependientes y deficitarios. Y si esta es la situación de España en su conjunto no hablemos de la situación en cada una de las comunidades autónomas. Murcia es una de ellas, pero a diferencia del resto es de las más productivas en los sectores antes citados (agricultura y turismo), lo que la convierte en una región atractiva para futuras inversiones. Si, además, recibiera los fondos de financiación autonómicos que le corresponden por derecho propio, por no recurrir a la historia o a los datos que todo el mundo conoce, Murcia sería una tierra solvente con capacidades más que sobradas para seguir desarrollándose al margen de sectores demonizados como el «ladrillo» que, aún teniendo recorrido, ha sido estigmatizado por los sucesivos gobiernos socialistas estos últimos ocho años. Llevar el sol y playa más allá de nuestras fronteras y hacer de la agricultura y el turismo los dos principales motores de la economía regional está muy bien y son fundamentales para nuestro futuro, pero no debemos limitar nuestro espacio de crecimiento sólo a ellos, pues la Región tiene otros sectores todavía incipientes en el campo industrial y de bienes de consumo que pueden dar mucho juego futuro. Todo ello sin mencionar sectores estratégicos como el naval, el transporte internacional y el energético donde la Región no ha dicho aún su última palabra. Y eso se ha de vender y bien, que es para lo que se celebró ayer en Murcia el Foro de la Internacionalización de la Empresa (FIE), pero no sólo vender, sino también alcanzar un modelo de ida y vuelta que nos permita ser competitivos con lo que hacemos aquí y lo que somos capaces de hacer en otras partes del mundo, especialmente los países emergentes (Brasil, Rusia, India y China) donde se cuece el futuro de buena parte de la economía mundial. Si los murcianos somos capaces de echar el ancla en estos países donde ahora mismo brotan la mayor parte de los negocios y de producción planetaria, parte de nuestros males se resolverán y no perderemos ese tren llamado futuro.