Artistas
María José Campanario: «Si jugamos un cupón a medias lo guardas tú»
«Se pasa mal, pero tengo fe en la Justicia», asegura sobre el juicio por el «caso Karlos», que arranca el lunes.
Algo de tos y un «pack» de antibióticos contra las anginas. Son los únicos signos de malestar y debilidad que se aprecian en María José Campanario pocos días antes de que el lunes se persone en la sede de la Audiencia Provincial de Cádiz destinada a la celebración del juicio del «caso Karlos», acusada de pagar 18.000 euros para obtener una pensión para su madre. Por lo demás, la esposa del diestro Jesulín de Ubrique se muestra tranquila y con algún kilo menos –«la dieta de la alcachofa ayuda»–, más preocupada por los apuntes de Odontología que se le acumulan en su escritorio este segundo cuatrimestre.
–Teniendo en cuenta que en teoría tengo enfrente a la «mala malísima» del serial «Ambiciones», ¿tengo que andar con pies de plomo con usted?
–Hasta la fecha no me he comido a nadie. Confío en que el miedo escénico termine al final de la entrevista.
–¿Cómo lleva que su retrato incluya escoba, pócimas, malas artes...?
–Siempre digo que tengo dos escobas: una para barrer y otra para subirme. Al final te acostumbras a las caricaturas que hacen de ti. Las cosas hay que tomárselas con buen humor aunque algunas de las que dicen duelan, pero todo pasa. Cuando se recurre al insulto gratuito no le doy importancia en absoluto. Cada uno sabe cómo es realmente y lo que te importa es lo que piensen de ti las personas que te quieren y los que tienes a tu alrededor.
–¿Aunque digan que utiliza una casa piloto y que un bolso en flúor no es apto para una portada de «¡Hola!»?
–Lo de la casa piloto es mentira, así que me da igual. Y si sólo se detienen en criticar un bolso, me puedo dar con un canto en los dientes.
–¿Qué sintió la primera vez que se vio en una portada de revista?
–Es extraño, porque en la vida imaginas que te vas a ver en una situación así. Creo recordar que la primera vez que me vi en una portada posando fue en mi boda. Resultó emocionante porque las fotos eran muy bonitas y se trataba de uno de los días más importantes de mi vida. Pero es extraño para una persona como yo, que viene de la calle.
–En una ocasión dijo que se identificaba con la Pantoja. ¿También en el «Dientes, dientes...»?
–No, no me refiero a eso. Por lo poco que la conozco, creo que tenemos un carácter muy parecido. Ambas somos unas personas aparentemente muy fuertes de fachada, pero luego lo paso muy mal en muchas ocasiones.
–Si no fuera «la Campanario», ¿quién le gustaría ser: Nati Abascal, Carmen Lomana o Isabel Preysler?
–Me gusta ser yo, no me veo en la piel de ninguna de las tres.
–¿No le preocupa que una corte de paparazzi sepa cuál es su agenda al minuto? La han llegado a grabar en su primer día de clase de la universidad...
–No sé si en este país existe algún seguimiento parecido al mío. Todos los viernes a las siete de la mañana tengo una guardia permanente enfrente de mi casa porque es a la hora que salgo para ir a estudiar a Madrid. Es verdad que me han hecho varias cámaras ocultas. Al parecer hay interés por saber a qué hora me tomo el café por la mañana o qué tomo para cenar. Soy una persona normal y corriente en lo cotidiano y todavía me cuesta entender qué interés pueden generar cada uno de mis movimientos.
–Entre unas cosas y otras, da de comer a mucha gente en el mundo rosa...
–No hay que ser hipócritas: yo también he hecho reportajes y me he beneficiado de ello. En eso no puedo y ni debo ser falsa. Somos muchos los beneficiados, aunque bien es cierto que hay muchas maneras de obtener rédito. Siempre he procurado hacerlo hablando de mí y de mis cosas sin atacar a nadie y, casi siempre, para defenderme de muchas acusaciones, no para tapar nada. Aun así, cada uno es cada uno y me parece respetable lo que hagan los demás en ese aspecto.
–¿Qué sería capaz de hacer por recuperar su anonimato?
–A estas alturas, he descubierto que eso es imposible. Aun así, si alguien me da la fórmula para bajarme de esto, mañana mismo la aplico. Si me prometieran que no me van a volver a seguir o a sacar en televisión, desaparecería de inmediato. Lo tengo clarísimo.
–A pesar de todo, ¿es posible ser feliz en su piel?
–Es posible estar feliz. El «ser» es más continuo y «estar», más puntual. Es verdad que yo he tenido momentos en los que no he estado bien, pero ahora me enfrento a un buen momento, me siento bien y puedo decir que estoy feliz con mi vida. Todas las circunstancias que he pasado dificultan bastante, pero evidentemente no me puedo quejar. Soy de las personas que tienen que darle gracias a Dios todas las mañanas por todas las cosas buenas que tengo, que son muchas. Que todo lo malo sea eso. Con las dificultades que hay en el mundo, ¿quién soy yo para quejarme? Me parecería ofensivo quejarme de mi situación, y más ahora con la crisis que estamos viviendo, con tanto paro, tanta gente que se ha quedado sin casa por no poder pagar su hipoteca. Nosotros somos personas que nos conformamos con lo justo y necesario. Gracias a Dios, tenemos un poquito más de lo necesario para nuestra familia, pero no queremos más.
–¿Cuántas veces se ha divorciado de Jesulín de Ubrique?
–Me han divorciado unas cuantas veces, me han embarazado otras tantas, me he operado de todo, el pelo tampoco es mío... Imagínate, llevo diez años diciendo que no soy de Castellón –nací en Barcelona– y siguen presentándome como castellonense y enfermera. No soy ninguna de las dos cosas.
–Pero sí pretende licenciarse como odontóloga y ejercer...
–Que voy a ser dentista, probablemente sí. Que vaya a ejercer, no me lo planteo. Lo que quiero hacer, de momento, es estudiar.
–Juguemos un cupón de la ONCE. ¿Me puedo fiar de usted o me recomienda que firmemos un documento ante notario de por medio por si toca?
–Te puedes fiar absolutamente, pero para que no haya problemas, te lo quedas tú y luego me lo cuentas. Juego muy de vez en cuando, pero precisamente, el martes compré uno para mis amigas.
–El «caso Karlos» está a la vuelta de la esquina y antes de que comience la vista oral, hay quien ya la ha condenado.
–A estas alturas, qué quieres que te diga. Se pasa mal, pero tengo muchísima fe en la Justicia, son los tribunales los que me tienen que juzgar, tienen que ver lo que hay y lo que no hay. Lo demás, sinceramente, me importa bien poco. Me siento muy apoyada por toda mi familia, toda mi gente y tengo la conciencia muy tranquila.
–¿Habrá quien se fíe más de un polígrafo que del veredicto del juez, sea cual sea la sentencia?
–Probablemente, pero yo en eso no entro.
–Por último: dígame algo bueno de Belén Esteban.
–Aunque parezca mentira, nunca me lo habían propuesto. Sé que es una persona muy generosa, que da todo lo que tiene y ayuda a mucha gente.
La dieta del tacón y la alcachofa
Desde hace tres semanas, María José Campanario se ha puesto a las órdenes de la Dieta de la Alcachofa de Arko. «Doy fe de que funciona. Ahora me ayuda a mantenerme. Yo no necesito perder peso ahora mismo. No hace milagros, pero si lo acompañas de una dieta equilibrada y de buen ejercicio, es un aliado perfecto», confiesa Campanario, que se sirve del taconazo para estilizar su figura, sea para acudir a un acto público o la universidad. «También me pongo zapatillas», bromea.
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