Acoso escolar
Las notas sin premio y sin castigo
Es el peaje que han de pagar los escolares para pasar un verano a lo grande o, por contra, rodeados de montañas de apuntes. Sean cuales sean las notas escolares, los niños han de gozar de un periodo de vacaciones, pero sin dejar de tener unos horarios y unas obligaciones.
Si estamos en pleno mes de junio, y un niño se presenta ante sus padres con la cara larga y las lágrimas a punto de aflorar, es muy posible que ese pequeño haya hipotecado su verano debido a unas malas notas. ¿Qué han de hacer entonces los padres? El castigo «en caliente» no es necesariamente la mejor solución. Buscar la raíz de ese fracaso escolar y adoptar un remedio consensuado por parte de ambos progenitores puede no sólo evitar que su hijo suspenda en septiembre, sino que se vuelva a repetir la situación. «Las medidas drásticas no suelen funcionar. Primero hay que identificar cuál es el problema», comenta la experta Marta Eugenia Rodríguez, responsable del método de estudio Sapientec. Y es que el suspenso no es necesariamente la consecuencia de no haber estudiado. «Es importante ver primero que el niño no sufre un bloqueo emocional, o padece un trastorno por déficit de atención» (TDAH) con o sin hiperactividad, añade Rodríguez. De la misma opinión es el psiquiatra Paulino Castells. «Siempre hay un motivo: falta de motivación, dislexia, TDAH, la separación de los padres...», afirma. «Pero eso hay que investigarlo. Las notas, al fin y al cabo, son un reflejo de los resultados académicos. Y hay que ver si ha habido un esfuerzo por parte del niño». Ahora bien, en el resto de casos es donde entra en juego la labor de los padres. No sólo a lo largo de estos tres meses, sino durante el resto de la vida escolar del niño. Durante las próximas semanas muchos recurrirán a las llamadas «escuelas de verano», más propias de los centros privados que de los públicos, y a los profesores particulares. Sin embargo, desde casa se puede aplicar una fórmula que estaría compuesta de unos hábitos, un sistema y un método de estudio, y un ritmo de aprendizaje. Y, por supuesto, es vital que los padres conozcan a sus hijos. «Han de educar con límites, exigir horarios y responsabilidades. Si no, no pueden luego pedir resultados», asegura Rodríguez. Y es que «muchos padres creen que aprender es una especie de parque temático». Por eso, debe haber consenso sobre qué hacer con el niño. «Cuando, por ejemplo, una madre exige y el padre consiente, entonces no hay manera», añade. Estos niños han de tener tareas. «Es aberrante dejarlos crecer como las plantas durante tres meses», añade. Éste es otro punto en el que hay unanimidad. «Tres meses de vacaciones es una barbaridad. Luego a los niños les cuesta mucho reincorporarse», asegura Paulino Castells. Sin embargo, el psiquiatra también cree que «no hay que olvidar que todo niño precisa de un tiempo de descanso, tanto si suspende como si aprueba». De hecho, «ser estudiante exige ocho horas diarias de dedicación. No lo aguantaría ni un adulto». No hacer comparacionesTambién es un error hacer al niño sentirse culpable. Jumillo, de la Unidad de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Universitario Quirón Madrid, recomendaba «no culpabilizar al niño por presentar malos resultados». Y mucho menos «establecer comparaciones con otros compañeros o hermanos». ¿Puede ser que el fallo sea del sistema? Marta Eugenia Rodríguez opina que «los padres ocupados no necesitan estar preocupados». Es decir, «los padres, cuando se ocupan de su hijo y el niño fracasa, el problema viene por el sistema educativo». De hecho, para la experta, aquí reside uno de los grandes errores en materia educativa. «En España, el niño se ha de adaptar al sistema, cuando tienen que existir sistemas específicos para superdotados e infradotados». No es raro «encontrar hoy a chicos que tienen mejores conocimientos, pero que no saben aplicarlos». Pongámonos en el extremo contrario. Un niño que ha obtenido unas notas ejemplares, ¿ha de ser recompensado? «No es bueno premiar, porque así estaremos diciendo que el estudio implica remuneración», apunta Rodríguez. Pero «sí es bueno incentivar. Puede ser beneficioso para el niño asistir a museos o a conciertos». «Se pueden premiar las buenas notas, pero sin exceso», opina por Castells. «Es un trabajo que se tenía que hacer. Al fin y al cabo, el mejor premio es el trabajo bien hecho».
LIBROS ÚTILES«Nunca quieto, siempre distraído. ¿Nuestro hijo es hiperactivo?», de Paulino Castells. Ed. Ceac«Todo sobre el cerebro y la mente», de Marta Eugenia Rodríguez. Ed. Planeta.
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