Francia

Elogio de la política por Javier G FERRARI

¿Qué quieren Alemania y Francia, las famosas dos velocidades donde los países ricos, con recursos propios, sometan a los demás?

La Razón
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No creo en los tecnócratas para dirigir los destinos de un país y, mucho menos, los de un continente como el europeo que lo que sufre, a día de hoy, es un déficit de políticos con el nivel y el coraje suficientes como para tomar decisiones estableciendo prioridades. Y las prioridades sólo pueden marcarlas los políticos, cada uno desde sus posicionamientos ideológicos. Los tecnócratas fueron aquellos señores que se inventó el franquismo para intentar disimular la ausencia de libertades. Sin ideología la ausencia de una escala de valores puede ser muy inquietante. Quizá por eso los llamados mercados han reaccionado con una frialdad total a los cambios de gobierno en Italia y Grecia. El recibimiento a Monti y Papademos ha sido, sencillamente, decepcionante y a la señora Merkel sólo se le ha ocurrido decir que Europa pasa por su peor momento desde la Segunda Guerra Mundial. Seguramente tiene razón, pero esta vez las cosas son al revés ya que sólo Alemania parece estar salvándose de la quema con una economía que crece y una tasa de paro minúscula si la comparamos, no ya con la española que es escalofriante, sino con la de cualquier otro país de la Unión. Doña Angela o bien no tiene la categoría política suficiente para liderar la Europa del euro, o está ganando una tercera guerra mundial que ha cambiado los blindados por los especuladores. ¿Qué quieren Alemania y Francia, las famosas dos velocidades donde los países ricos, con recursos propios, sometan a los demás? La impresión generalizada es que se trata de eso que es lo mismo que jugar con fuego. A una decisión política de ese calibre sólo puede contraponerse otra decisión política por parte de los gobiernos a los que se pretende someter. Los tecnócratas, o mejor los técnicos, son unos magníficos ejecutores de las decisiones que toman quienes son elegidos en las urnas y de los que se espera que establezcan una jerarquía de valores que sólo pueden ofrecer las distintas opciones políticas que, para eso, se presentan ante los ciudadanos con algo más que recetas económicas. La crisis actual no tiene precedentes. Bueno, es posible que tenga uno: el desastre del año 29 del pasado siglo. También entonces los valores sociales estaban en desorden total, como las hormonas de un adolescente. Y el establecimiento de un orden lógico y natural de las cosas sólo puede hacerse desde el pensamiento, y no desde la calculadora. Dentro de tres días en España los ciudadanos tienen que decidir si quieren un modelo de sociedad que ha dado los resultados que ha dado en estos últimos ocho años, o quieren apostar por otro, ya testado, y que no representa una incógnita como en el año 96. Esta es la clave que deja sin argumentos a quienes aseguran que puede darse una sorpresa en las urnas como la de entonces. El Partido Popular nunca había gobernado y la estrategia del miedo dio resultado. Pero el PP gobernó y no se comió a los niños crudos, y eso lo recuerda mucha gente.