Los OGM ubicuos por Ramón TAMAMES

Los lectores de LA RAZÓN ya saben de qué se trata: de una manera u otra los agricultores que cultivan con semillas de organismos genéticamente modificados (OGM), vulgo transgénicos, sufren en Europa las feroces críticas de ecologistas a ultranza que no han leído ni a Borlaug (promotor de la Revolución Verde en las décadas de 1970 y 80), ni tampoco a nuestro transgenista principal, el profesor García Olmedo, quienes tienen certificado que los OGM son meras muestras de la evolución, cierto que acelerada por la acción humana. En la misma dirección, Sir David King, ex asesor del Gobierno británico para temas ambientales, subraya que la resistencia a introducir los transgénicos ha sido origen de muchas hambres y malnutriciones en todo el mundo menos desarrollado, así como factor importante en el atraso agroeconómico de Europa Occidental.
En el año 2010, demostrando así la conveniencia de su utilización, el cultivo de los transgénicos avanzó hasta alcanzarse 148 millones de hectáreas (unas seis veces la superficie agraria útil de España, para tener una referencia). Y en el periodo que abarcan los últimos 15 años, se ha superado, acumulativamente, la barrera de los mil millones de hectáreas. Siendo en total 29 los países en que 15,4 millones de agricultores han apostado por esta biotecnología. EE UU lidera el ranking, con una superficie de 66,8 millones de hectáreas, seguido de Brasil, con 25,4 (siempre millones de hectáreas), Argentina 22,9, India 9,4, Canadá 8,8, China 3,5, etcétera.
Los transgénicos aún dan miedo, y los antigenetistas, infundiendo toda clase de temores, han logrado lo que nominalmente querían evitar: que sólo una multinacional, Monsanto, obtenga rentabilidad de las variantes que va creando; en tanto que muchas pequeñas empresas se ven obligadas a renunciar al progreso de la genética agraria. Reflexionen sobre los temas planteados. Gracias.

Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean Monet