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Santander

Astro del deporte y persona por Manuel Piñero

Seve fue un hombre tremendamente fiel a su forma de entender la vida hasta que le llegó el final. Era una persona honesta consigo misma. Tenía una visión muy personal de las cosas y eso, quizás, provocó que en algún momento fuera un incomprendido, sobre todo en nuestro país.

La Razón
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Pero lo cierto es que Seve tiene un mérito inmenso por haber salido de donde lo ha hecho. Pedreña es un pequeño pueblecito de Santander y allí se inició llevando palos al hombro. Con 16 años tenía que trabajar y hacer de «caddie» por 100 pesetas. Sólo tres años más tarde no ponía la bola en el «tee» del 1 ni por un millón de esas pesetas.

Desde muy joven, debido a ese carisma que tenía y al éxito, tuvo que estar cenando con un tipo de gente con quien no se sentía a gusto. Formaba parte de la profesión. Era gente mucho mayor que él, que no venía del mismo estrato de la sociedad que el suyo. Todo eso le hacía sentir incómodo en muchas ocasiones. Pero lo que Severiano Ballesteros nos ha dejado es su enorme talento para transmitir emociones en el campo, y también su personalidad por saber ser fiel a sí mismo hasta el final.

Me considero un afortunado por haber podido jugar muchas veces con él y, también, contra él. Siempre me demostró que en el campo era un jugador tremendo y un enemigo feroz, y, fuera del campo, una persona con un gran corazón. En muchas ocasiones discrepé de él en varios temas. Seve se sentaba contigo y discutía. Pero también era capaz de admitir que estaba equivocado, si lograbas convencerle. En los últimos años, Seve se había sincerado tremendamente y había demostrado ser un hombre con una personalidad extraordinaria, que nos sobrecogió a todos hasta el fnal de sus días. Ha dejado un hueco que será muy difícil de cubrir.