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El yoga por Marina CASTAÑO
De todos es sabido que estar en buena forma física incide de forma decisiva en una buena vida sexual, y más aún si esa buena forma viene dada por la práctica del yoga, que cada día cuenta con más adeptos, porque en esta disciplina se conjuga más que en ninguna otra la frase de «mens sana in corpore sano».
Sí, el yoga es tan bueno para la mente como para el cuerpo y también lo es para mantener unas muy satisfactorias relaciones sexuales, ya que aumenta la energía y también la flexibilidad, con lo cual la imaginación y, hasta si me apuran, la sofisticación en las posturas coitales puede ser ilimitada. Incluso se pueden tomar clases de yoga dirigidas exclusivamente a mejorar la vida sexual.
Hace ya algún tiempo hablábamos en esta misma columna del sexo tántrico y el potencial que éste podría tener practicándolo según una serie de técnicas milenarias de origen oriental que elevan a la enésima potencia el placer y la prolongación en el tiempo del mismo. Ocurre que el pretexto es siempre el mismo: la falta de tiempo, la falta de interés, la falta del momento adecuado para una mínima dedicación, los niños, el trabajo, la casa, bla, bla, bla. Pero si nos detuviéramos un momento a pensar lo importante que es una vida sexual activa, equilibrada, continuada y mantenida, nos tomaríamos un poco más de interés en dedicar un rato al día a mantener el fuego encendido. Y lo mismo que procuramos tener un mínimo de ejercicio físico cada semana, podríamos invertir ese esfuerzo en el yoga. Todos quienes lo practican, lo recomiendan. Por algo será.
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