CiU

El «liderazgo» de Rubalcaba por Carmen Gurruchaga

La Razón
La RazónLa Razón

El secretario general del PSOE improvisó, a principios de esta semana, la propuesta federalista para España con el fin de crear una tercera vía para frenar la deriva soberanista del PSC y, al mismo tiempo, distanciarse del «españolismo» del PP. Es más, manifestó expresamente su rechazo al derecho a decidir de los catalanes y llegó a afirmar que el PSC «no es un partido soberanista ni quiere la independencia de Cataluña». Pero los acontecimientos le han desbordado y podrá incluso decirse que sus (ex) compañeros catalanes le han dejado en ridículo, pues su proposición no ha sido ni tan siquiera tenida en cuenta como una opción a valorar a la hora de presentar las dos posturas mantenidas por los miembros del PSC en el debate del pasado jueves. Un partido que, hasta que formó parte del gobierno tripartito, aspiraba a representar a la clase obrera catalana procedente mayoritariamente de otras regiones d0e España. Pero durante esas legislaturas, con ERC como compañero de viaje, predominó el alma catalanista de esa formación, lo que de alguna manera ha obligado al nacionalismo a correrse hacia posiciones más extremas. Y el jueves pudo comprobarse las dos e, incluso, tres almas que conviven en ese partido. Ernest Maragall, que abandona el partido, votó a favor de la resolución de CiU que impulsa un proceso que concluiría con la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura con o sin permiso del Gobierno; mientas que el resto de sus compañeros presentó un texto alternativo que defiende claramente el derecho a decidir de los catalanes mediante un referéndum autorizado. La trampa estriba en que gracias a Zapatero, que anuló la ley que tipificaba como delito la convocatoria ilegal de referendos, el Gobierno ya no dispone de esa herramienta, por lo que no puede prohibirlo.