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Decir la verdad

La periodista Concha García Campoy anunció su enfermedad en twitter

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Después de recibir el diagnóstico que contiene la temida palabra para la que tantos eufemismos utilizamos, algunos personajes deciden hacerlo público mientras otros juegan en el terreno de la confusión. La periodista Concha García Campoy ha decidido contarlo

. «Hay momentos en que debemos dar una respuesta a la vida. Cuando te dicen que padeces cáncer es una de esas ocasiones». Decía –la frase no es literal– Serrat, en la rueda de prensa que convocó para anunciar su retirada temporal debido al llamado «cáncer silencioso», el de próstata. La lista de ejemplos que han tomado idéntica opción, es interminable.


Esta semana, nuestra compañera Concha Gacía-Campoy anunciaba en twitter que había sido diagnosticada de leucemia. Los mensajes de aliento no pararon de sucederse hasta producir un auténtico seísmo en las redes, que se convirtió en «trending topic».

«El cáncer es como cualquier otra enfermedad y requiere un tratamiento informativo de normalización. Es importante que los famosos se atrevan a reconocer sus vulnerabilidades, de esta manera todos podremos reconocer indirectamente el hecho natural de enfermar. Es algo a lo que estamos abocados y no se puede convertir en tabú, al igual que hacemos con la vejez», explica Antonio Martín, psicoterapeuta del Centro Belagua.

Sabedores de que 24,6 millones de personas han sido diagnosticadas con cáncer en los últimos cinco años y de los esfuerzos de la OMS por concienciar a la población para someterse diagnósticos preventivos, no pocos personajes de la vida pública han dado un paso al frente en la asunción pública de su enfermedad: Luz Casal, Uxue Barcos, Esperanza Aguirre, José Carreras, Cristina Hoyos, Sancho Gracia, Sandra Ibarra...

Frente a esta interminable lista, otros, en cambio, permiten la especulación en torno a su diagnóstico, desestabilizando a pacientes anónimos, o instrumentalizando su dolencia con fines torticeros. Dos formas de manejar un diagnóstico que siempre suena a paisaje después de la batalla.

Hay vida, durante y después
Así, ¿contarlo o no contarlo? Ese es el dilema. «Es muy positivo que una personalidad pública explique sin dramatismos lo que padece pero, también, sin minimizar el asunto. Si se expone con objetividad y además es tratada por médicos españoles, puede resultar un bálsamo de aliento para otros muchos que les admiran y se encuentran en idéntica tesitura», explica Ángela Figuera, Jefe Clínico del Servicio de Hematología del Hospital de la Princesa de Madrid y Profesora titular de la UAM. La Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia alabó de igual forma el gesto de Campoy al hacerlo público.

Sadra Ibarra, hace dieciséis años –«casi en la prehistoria del cáncer»–, fue la primera mujer que manifestó en televisión: soy modelo, de Medina, tengo leucemia y me voy a tratar en la Seguridad Social.

«Desde luego hay que aprovechar la capacidad de influencia de los rostros conocidos, porque nuestro mensaje se multiplica por mil, se visibilizan mejor las acciones y se crean sinergias. Lo que no estoy conforme es con la mitificación de la enfermedad, las falsas expectativas y la terminología bélica de ciertos medios.

No es una larga y penosa enfermedad, es un cáncer. Hay vida después del cáncer, pero también durante él. De lo contrario, mi vida entera –con la siguiente recaída que tuve– hubiera sido un paréntesis. Contarlo, explicarlo sin dramatismo pero con objetividad, es un gran paso». Así lo cuenta quien hoy pertenece al «club de los supervivientes», presidenta de la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad Frente al Cáncer.

«Las sociedades avanzadas trabajan por el reconocimiento de esta enfermedad porque favorece la asunción de que la vida es "finita". Atendiendo a nuestras raíces culturales, cualquier dolencia grave se vivía como un paso al cielo, en sectores pacatos como una lacra. El ciudadano debe saber que existe el cáncer, que es grave a veces, pero que hay tratamientos cada vez más efectivos y que logran hacer que este mal remita en un alto porcentaje. Asumir la realidad y no escorarla, siempre es positiva», matiza la oncóloga Ángela Figuera.

En este mismo instante, en algún rincón del planeta, una persona está recibiendo el diagnóstico. Son situaciones dramáticas que atañen a ciudadanos anónimos. Algunos tienen antecedentes, otros carecen de ellos, pero todos son iguales ante esta enfermedad.

Tal vez por eso, en una sociedad informada, leer, escuchar y ver a aquellos periodistas, políticos, cantantes o escritores que admiran en una situación similar manteniendo firme su vuelo insumiso hacia la vida es un aliento.