La Paz

Los «mareos» de la Reina por Carmen Enríquez

La Razón
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La respuesta de los invitados a la recepción de la Fiesta Nacional ha sido masiva este año. El comedor de gala del Palacio Real estaba a tope y apenas había hueco para desplazarse entre las más de novecientas personas que aspiraban a saludar y cambiar impresiones con los Reyes, los Príncipes y la Infanta Elena. Ésta última comentando que había echado en falta en el desfile el espectacular aterrizaje del paracaidista con la bandera ante la tribuna de honor de años anteriores. Doña Elena, con una pulsera de cuentas rojas y amarillas, regalo de una amiga suya que la ha hecho con sus propias manos, se mostró encantada de llevarla porque cree que, más que nunca, hay que estar orgullosos de ser españoles.

Doña Sofía, a punto de volar a Bolivia para visitar diversos proyectos de la Cooperación Española, contó a los periodistas que la etapa que más teme del viaje es la estancia en La Paz, por el soroche o mal de altura que produce serias molestias a los viajeros recién llegados. Ella, según explicó, lo combatirá con unas píldoras que le da el médico del Palacio de la Zarzuela, cuyo nombre no recordaba, pero que toma sin dudar porque le alivian síntomas tan molestos como los mareos y el dolor de cabeza. La Reina se mostró contenta de servir de apoyo y dar visibilidad una vez más a la magnífica labor que España desarrolla en Iberoamérica, una tarea que ella realiza con gran eficacia. Y relató una anécdota sobre su primer encuentro con el presidente Evo Morales, cuando éste almorzó en el Palacio de la Zarzuela después de ser elegido en las urnas como jefe de Estado boliviano. Doña Sofía contó que se dio cuenta de que el mandatario sufría un fuerte catarro y le ofreció un antigripal para combatir los molestos síntomas del resfriado. Él aceptó y le debió ir bien porque poco después, en su toma de posesión, se refirió a su gesto y cariñosamente la llamó su enfermera en tierras españolas. Así que la Reina dijo estar encantada de volver a ver a Evo, quien ofrecerá una cena en su honor en el palacio presidencial de La Paz cuando ella se encuentre allí la próxima semana.

El Príncipe, de nuevo con la barba entrecana que a Doña Letizia le gusta aunque le haga parecer un poco mayor, comentó la obligación moral que siente de no dejarse llevar por el pesimismo ante los graves momentos que atravesamos para, entre otras cosas, no defraudar las expectativas de una generación de jóvenes que no puede darse por perdida por culpa de la crisis. Don Felipe, cuyo paseo a pie por el centro de Madrid levantó tanta sorpresa ante los madrileños con los que se cruzó en su recorrido, prometió hacerlo más a menudo para que no sea algo excepcional sino un gesto común y corriente que no levante tanto revuelo entre los ciudadanos. Acercarse al Rey fue la tarea más ardua en la recepción de ayer. Todos querían saludar al monarca que rodeado de los grandes empresarios españoles de Telefónica, Iberia, Acciona y otras grandes compañías, conversaba sobre proyectos para mantener a estos gigantes de los negocios en la primera fila de las empresas mundiales.