Copa Confederaciones
«La Roja» desteñida
España salió dormida, no pareció que la Selección estuviera mentalizada para afrontar un partido de esta enjundia en plena canícula, e Italia fue un rodillo en la primera media hora. La renovada escuadra de Prandelli tuvo la pelota, entró por bandas, especialmente por la izquierda con Criscito, mandó en el centro del campo con el mariscal Pirlo y encontró en Cassano y Rossi a dos estiletes que sacaban las vergüenzas a Piqué y Albiol, mientras Iraola andaba despistado y Arbeloa cubría el expediente.
Y el aluvión italiano lo aprovechó Montolivo para hacer un gol, antes ya había rematado Criscito al palo derecho para poner en jaque a Casillas, que evitó dos goles. Silva, Iniesta y Cazorla no casaban. Torres había dado el susto, al retirarse conmocionado; Javi Martínez y Xabi Alonso trataban de mantener el equilibrio, pero el ritmo y la velocidad la imponía Italia, que acertó a tener la pelota y explotó sus cualidades.
A la media hora se desperezó España –su primera llegada con tiro había sido en el min 18– y la pelota ya no fue tan italiana. Y en una acción aislada Llorente forcejeó con Chiellini y el árbitro decretó penalti. Xabi Alonso lo transformó y «La Roja» se fue al descanso con un empate inmerecido y un nuevo susto. Porque Piqué se fue al suelo, pidió el cambio y rápidamente entró Busquets.
Del Bosque movió el banquillo en la segunda parte y como el equipo estaba corto de defensas fue Busquets el lateral derecho y Javi Martínez, el central. Valdés era el guardameta y aparecieron Thiago, que debutaba, y Villa para intentar que España saliera de su letargo. Italia también hacía probaturas y el partido se equilibraba más. Los de Prandelli ponían más interés y los de Del Bosque se habían olvidado del toque, se jugaba más por la vía directa y el duelo entre los dos campeones del mundo perdía intensidad y se convertía en un partido vulgar.
Llorente remató mal una perfecta jugada de Cazorla y Silva (min 60). España ya no sufría, no era la que nos enamora, pero trataba de tener criterio, de aprovechar sus bazas y de impedir que Italia –ya un equipo previsible– se ciscase en nuestra improvisada defensa. Villa y Silva se gustaban, el asturiano quería el gol y el canario le buscaba con pases al espacio. Y la Selección tenía ya más personalidad.
Con todo controlado y con ocasiones en las dos porterías llegó el tanto involuntario de Albiol, en remate de Aquilani, a falta de cinco minutos. España pagaba al final su indolencia del primer tiempo, añadía una derrota al palmarés de Del Bosque y corroboraba que estos partidos en pleno agosto no la benefician.
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