El último viaje del rabino y sus hijos

Esta madrugada llegaban a Israel los cuerpos de los cuatro judíos franceses asesinados en el atentado del lunes por la mañana en el colegio de Toulouse: el rabino Jonathan Sandler (30), sus hijos Arieh (6) y Gabriel (3) y la pequeña Miriam Monsonego (7), hija del director de la escuela atacada. Ambulancias de la organización voluntaria ZAKA trasladarán los féretros desde el aeropuerto internacional Ben Gurion a Jerusalén, donde a las 9 de la mañana comenzará el funeral, en el cementerio de Givat Shaul. El ministro de Exteriores de Francia, Alain Juppé, llega a Israel especialmente para participar en las exequias. La opinión pública israelí sigue consternada, con una advertencia general sobre el flagelo del terrorismo y el extremismo sea cual sea su rostro, su origen y la identidad de sus blancos, y de singular dolor por el hecho que considera indudable: que las víctimas fueron atacadas por ser judías. El rabino Sandler, que según los testigos murió tiroteado con sus dos hijos en brazos y de sus manos, aparece sonriendo junto a su familia, desde las páginas de los periódicos israelíes, en fotos de tiempos más felices. Su esposa, que está encinta, queda sola con la pequeña hija de la pareja, Liora, de 2 años. Sandler nació y creció en París en el seno de una familia querida y respetada en la comunidad judía. Jonathan estudió en la escuela Ozar Hatorah. Al finalizar allí, viajó a Israel e ingresó a un instituto de estudios judaico superiores, yeshiva, en Jerusalén. Hace aproximadamente ocho años, volvió a Francia y contrajo matrimonio. Cuatro años más tarde emigró con su familia nuevamente y se instaló en Jerusalén. Siete meses atrás, viajó a Toulouse a enseñar en la que había sido su escuela y desempeñarse por unos años como rabino en una comunidad judía de la cercana ciudad de Bordeaux. Sus amigos destacan en entrevistas a la prensa local su don de gente y su bondad. «Es increíble que ya no esté», comentaron. «Es increíble que haya muerto de esta forma».