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Nueva hipótesis sobre la evolución del cráneo humano moderno

La integración morfológica, determinada genéticamente, ha dirigido la evolución de la forma del cráneo humano, según un trabajo en el que han participado investigadores de la UB y la UAB que apunta a una "reinterpretación"de los escenarios evolutivos en los humanos modernos.

La investigación, publicada en la revista Evolution, se basa en el estudio de parte de la colección de los denominados cráneos decorados de la cripta de la iglesia católica de Hallstatt (Austria), una muestra excepcionalmente valiosa en antropología, de la que se han analizado 390 de las 700 piezas que contiene.


Esta colección es famosa porque los cráneos están decorados con pinturas de flores, hojas y cruces, y el nombre del difunto está escrito en la frente. Asociada a los registros de nacimientos, matrimonios y defunciones, la colección ha permitido reconstruir las relaciones filogenéticas de la población desde el siglo XVII y estimar el componente genético de la forma del cráneo.


Según el estudio, el potencial evolutivo del cráneo está limitado formalmente por la integración morfológica de todas las estructuras craneales. "En este escenario evolutivo, sería difícil cambiar o modificar un elemento sin alterar el resto", subraya el profesor Miquel Hernández, de la Unidad de Antropología del Departamento de Biología Animal de la UB.


Tradicionalmente, siempre se había estudiado cómo la selección actuaba sobre un carácter determinado. Sin embargo, explican ahora los autores, todo estaría relacionado entre sí.
"El concepto clave es la integración morfológica: si cambiamos un elemento en la forma del cráneo, cambia todo el conjunto, y sólo se favorecen los cambios que van en la dirección de este patrón morfológico", indica Hernández.


Tal como explica la investigadora de la UB Neus Martínez-Abadías, primera autora del estudio, uno de los aspectos más innovadores del trabajo es el empleo de una metodología que permite estudiar el conjunto del cráneo desde una perspectiva global, lo que evita hacer el análisis de cada carácter por separado, como si la evolución actuara de manera atomizada.
Los expertos han aplicado técnicas de morfometría geométrica y genética cuantitativa para estudiar la forma del cráneo, en concreto, las coordenadas tridimensionales de 29 puntos repartidos por el cráneo.


Tal como explica la profesora de la Universidad de Barcelona Mireia Esparza, la evolución actúa de manera conjunta y los caracteres no evolucionan nunca por separado.
En el cráneo, todos los cambios evolutivos han convergido sobre ese patrón, por lo que no se puede simplificar y estudiar cómo ha respondido un carácter a un factor selectivo de forma independiente.


En este trabajo, firmado también por Christian P. Klingenberg (Universidad de Manchester), Torstein Sjövold (Universidad de Estocolmo), Mauro Santos (UAB) y Rolando González-José (Centro Nacional Patagónico, CENPAT-CONICET) se ha llevado a cabo con la colaboración de la iglesia de Hallstatt, la Fundación para la Investigación Antropológica Wenner Gren (EEUU) y el Ministerio de Educación y Ciencia.