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Francia

El enemigo corre en casa

Wiggins, más líder, gana la crono de Besançon al machacar a Evans, pero su compañero Froome le acecha. Zubeldia se amarra al sexto puesto

El enemigo corre en casa
El enemigo corre en casalarazon

Las cronos, ya lo dice Dave Brails-ford, alma máter y actual mánager de éste sperSky que se eleva al cielo y que nadie puede parar, son cuestión de concentración. Y ahí cada ciclista es un mundo. Unos, como Bradley Wiggins, son capaces de hipnotizar a los millones de espectadores que, tan anonadados como maravillados, lo observan por televisor. Verle pedalear con la «cabra» es un placer relajante. Perfecto en el acoplamiento y apoyado en el sillín sin forzar la postura; su espalda, tan hierática e inexpresiva como lo es él en su conjunto. Apenas se balancea, parece adosada. Encaja a la perfección en su Pinarello. Contadas son las ocasiones en que se alza sobre ella, sólo en la parte final de los largos repechos que hay en los primeros kilómetros de los eternos 41,5 que separan Arc-et-Senans de Besançon. A un ritmo que parece sereno e imperturbable, que nadie se engañe, Wiggins está matando el Tour. La concentración.

Otros, como Chris Froome, dan la sensación de estar escalando, fatigados, una montaña interminable . Froome tiene nacionalidad inglesa, pero su partida de nacimiento viene con el sello de Kenia. Allí, sobre carreteras de piedra, guepardos y jirafas se crió. Y tiene un poco de todo. Es raudo y duro, corre como un felino y está tan fino como una jirafa. Lo tiene todo para ganar el Tour. Sólo que está en el equipo equivocado, el Sky que suspira por Bradley Wiggins. Brailsford quiere verlo de amarillo en los Campos Elíseos. A él, o al que sea de su equipo, pero tiene que ser inglés. Así pasó en la última Vuelta. Semana y media larga en la que Wiggins expiraba y Froo-me emergía y el Sky no fue capaz de traspasarle los galones y hacerle capitán del barco hasta que «Wiggo» se hundió en la subida al Angliru frente a Juanjo Cobo.

Pero la cuna de Froome se meció en África; nada puede hacer contra eso, por muy concentrado que fue en la «crono», aun dando chepazos en los repechos camino de Besançon. Lejos del ser aerodinámico que pide una cronometrada. Nada de eso tiene Froome y aún así, asusta. Hasta su propio jefe puede permitirse tener miedo. Sólo él le mejoró su tiempo.

De ambos es este Tour, nadie más tiene cabida en el cielo de los Sky. El tosco Evans, poco inspirado, se dejó un minuto y 43 segundos y ya casi pierde dos en la general. Más lejos están Nibali y Menchov. Zubeldia amarra la sexta posición y ya es la gran esperanza española para salvar este Tour desgraciado. Y todo esto en sólo nueve etapas, un infierno. El cielo del Sky es para Wiggins y Froome. Todos a partir de ahora están llamados a atacar si quieren tocar un pedacito de ese cielo que es del Sky.