Finanzas

Ruleta del papel moneda

En 1694, el rey Guillermo de Inglaterra estaba desesperado. Necesitaba dinero para mantener su ejército de Flandes y sus intentos de captar capital habían fracasado. Así que le hizo presentar a su ministro Paterson una propuesta al Parlamento: el Banco de Inglaterra podría aceptar aportaciones de los ingleses acaudalados y, a su vez, prestar dinero al Estado para gastos.

Ruleta del papel moneda
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 Se permitía utilizar recibos emitidos por el banco («running cash notes») para que el depositante canjeara el resguardo por monedas. Ahí nació la banca de reserva fraccionada, fundamento del sistema financiero moderno. Al prestar al Estado el volumen total de los depósitos (o más) y emitir dinero transferido y registrado en hojas de papel operaba el milagro económico esencial: crear capital de la nada.

Por primera vez en la Historia, un país europeo convertía las obligaciones del Estado en mercancía de intercambio. Como se daba por sentado que sólo un porcentaje muy pequeño de los depositantes reclamaría sus fondos en un momento dado, la entidad podía así prestar dinero por encima de su capital total. ¿Cuánto por encima? Si el banco prestaba demasiado corría un obvio riesgo en caso de reclamación masiva. Si, por el contrario, prestaba demasiado poco corría el riesgo de estrangular el crédito, encarecer los préstamos y que la actividad económica se resintiera. Se pensó que restringiendo o facilitando el crédito a voluntad se podría controlar, en teoría, que la economía se calentara o enfriara. Pero la distancia entre la teoría y la práctica, como siempre pasa en la vida humana, resultó más grande de lo que querrían los economistas.
Conocer ese proceso es importante, acostumbrados ahora ya a las delicias del condicional. Podemos acceder a un montón de cosas, pero tenemos que pedir prestado para pagarlas. Condenada y útil tentación que marcará nuestro futuro.