Ayuntamientos

Las terrazas ganan al «botellón»

Dos meses después de su instalación las mesas y sillas casi han acabado con el consumo de alcohol en la calle. 

Las sanciones por beber en la calle no logran el efecto previsto
Las sanciones por beber en la calle no logran el efecto previstolarazon

En la guerra abierta entre el Ayuntamiento de Madrid y los aficionados a beber en la calle, el consistorio acaba de ganar una batalla. Las terrazas «antibotellón» que se comenzaron a instalar el pasado mes de abril han conseguido desterrar a los habituales del consumo de alcohol en la calle de las plazas del Dos de Mayo, Ángel y Chueca. El pasado verano, el concejal del distrito Centro, José Enrique Núñez, propuso que se permitiese a los empresarios de hostelería del barrio instalar veladores en las plazas que, hasta entonces, no lo permitían. La idea era sustituir la bulliciosa y sucia costumbre del botellón, que desde años se practica en toda la ciudad, por otro tipo de ocio nocturno que, sin dejar de causar unas mínimas molestias, es mucho menos perjudicial para los vecinos y la limpieza de las calles. Protección acústicaAsí, en el mes de noviembre se aprobó en el Pleno municipal la modificación de la ordenanza que permitía colocar terrazas en las plazas que tienen protección acústica especial, esto es, la del Dos de Mayo, del Ángel y Chueca. Tras el proceso de tramitación de los permisos y pintar las correspondientes marcas que delimitan el espacio que ocupan las mesas, el pasado mes de abril comenzaron a instalarse las primeras sillas en el exterior de los bares y restaurantes de las plazas. El mal tiempo ha retrasado el inicio de la temporada de ocio al aire libre pero, una vez llegado el buen tiempo, el éxito de las terrazas «antibotellón» es más que notable. Al ocupar gran parte del espacio de las plazas, los aficionados a beber en la calle han de recluirse en los rincones para el tránsito de personas que, además, ahora es más intenso por haber menos sitio para pasar. Igualmente, los «botelloneros» no se instalan cerca de las mesas y sillas de los bares y restaurantes porque entorpecen el trasiego de clientes y camareros. Con todo, el consumo de alcohol en la vía pública no ha desaparecido completamente y sigue ocupando los bancos de las zonas verdes y el monumento del Dos de Mayo, así como los portales más cercanos a las plazas. También se está desplazando a los lugares en los que el Ayuntamiento aún no ha encontrado una medida disuasoria eficaz. Respecto a las terrazas, en un primer momento los vecinos las rechazaron asegurando que iban a provocar el mismo o más ruido que el botellón, si bien reconocían que, al menos, se ahorrarían la acumulación de suciedad que provocan los botelloneros. Al respecto, el concejal de Centro recordaba que los locales con terraza deben ceñirse a una normativa muy estricta en cuando al ruido que producen. La ordenanza limita a 65 decibelios el sonido que pueden producir los veladores entre las siete de la mañana y las once de la noche, a partir de esta hora y hasta el cierre, el máximo permitido es de 55 decibelios. A esto se añade que desde hace dos años, los vecinos pueden denunciar ante las patrullas antirruido si se infringen los límites. El pasado año, las patrullas acústicas abrieron 300 propuestas de expedientes sancionadores por ese motivo. Otra de las ventajas que Núñez consideró a la hora de permitir las terrazas, es que su horario de cierre entre semana es a medianoche, y a la una y media de la madrugada los viernes y sábados, lo que asegura a los vecinos que, a esa hora, bajará considerablemente el follón bajo sus ventanas. Sobre el riesgo de que el botellón aplace su horario también, tanto el concejal, como la Asociación de Locales de Ocio Nocturno y las asociaciones de establecimientos hosteleros en las plazas del centro lo descartaron ya que al cierre de la terraza sigue la limpieza del local y de las mesas y sillas del exterior, lo que disuadirá durante casi una hora más a los botelloneros de ocupar el espacio que ocupan los veladores.