Lorca

Lorca trampa mortal

La cercanía con la falla de Alhama no era el único riesgo que corría la ciudad de Lorca ante la posibilidad de un seísmo. Su propia estructura urbanística resultó letal.

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«Las calles de Lorca son trampas mortales», afirma a LA RAZÓN el arquitecto Patrick Murphy, director del estudio Broadway Malyan y que colabora estos días con la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la evaluación de los daños sufridos en la ciudad murciana. «Es un problema de urbanismo: si a la densidad de su población unimos que las calles son muy estrechas y los edificios; muy altos, la gente no tuvo posibilidad de refugiarse», añade Murphy.
Y es que, al final, los parapetos, cornisas y elementos de fachada en general «fueron los que acabaron con la vida» de los nueve fallecidos. Y es importante subrayar que hablamos de una serie de elementos que no están recogidos en la normativa sismorresistente, que estipula a nivel nacional cuál ha de ser el diseño arquitectónico de un edificio en zonas donde el riesgo sísmico es mayor.

Así, una teja o una losa resultaron «armas mortíferas» en los seísmos registrados el pasado miércoles. ¿Algunos ejemplos? «Las cornisas han de estar correctamente confinadas en la estructura; un parapeto ha de estar empotrado en los elementos estructurales principales; las paredes de ladrillo han de estar bien confinadas en sus cimientos de hormigón; y los aplacados de piedra o cerámica –las losas que recubren un edificio– son muy vulnerables y frágiles al terremoto al caerse con facilidad», asegura el arquitecto. Otro aspecto destacado por Murphy en su evaluación es el hecho de que los edificios que más han sufrido fueron «aquellos que cuentan con plantas bajas diáfanas, y que tienen una gran diferencia de rigidez con respecto a las plantas superiores». Es decir, aquellos edificios, por ejemplo, cuya planta baja está dedicada a un comercio o a un garaje, mientras que el resto de plantas son viviendas.

Daños estructurales
A pesar de que aún es aventurado arrojar datos definitivos, Murphy afirmó que se han revisado cerca del 80 por ciento de los edificios de la ciudad, si bien estaba previsto que ayer se completara la evaluación. Y una primera estimación indica «que un 30 por ciento de los edificios ha sufrido daños no estructurales –tabiquería, elementos de precisión, etc– muy graves», señala. Por otro lado, un 5 por ciento de las edificaciones habría sufrido daños estructurales. «De momento, hemos visto dos inmuebles que habría que derrumbar», señala Murphy. Con todo, unos 160 edificios corren el riesgo de derrumbarse. Y algunos ya han caído. «Hay dos edificios, situados en al Barrio de la Viña, que han colapsado», apunta el experto.

La norma de edificación no previene la caída de cascotes

¿Qué normativa existe en cuanto a la edificación en zonas con riesgo sísmico?
–Está la Norma de Construcción Sismorresistente, publicada en el BOE en 2002, y que se aplica a nivel nacional. Como explica el arquitecto Patrick Murphy, se trata de una norma «que obliga a comprobar las estructuras de los edificios según un barómetro». Los requisitos serán mayores «en localidades en las que el riesgo sísmico es mayor». Así, el «mapa de peligrosidad» es «de competencia nacional».

¿Cuáles son los requisitos?
–Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional, explica que «lo más básico que dictamina la norma es que no se produzca un colapso del edificio», es decir, que una planta acabe aplastando a la otra.

¿La norma regula los elementos no estructurales de los edificios, que son los que causaron las muertes en Lorca?
–No. Murphy estima que, en este sentido, «la norma no está lo suficientemente desarrollada». Así, el texto no «entra en detalle» sobre la posibilidad de que se produzcan caídas de escombros, cascotes o losas. Por eso, los edificios de Lorca se dañaron «a pesar de estar aplicada la norma».

¿Qué norma existe sobre los planes de emergencia en caso de un terremoto?
–Un decreto ley concedió a cada comunidad la posibilidad de desarrollar sus propios planes de emergencia, homologados por Protección Civil. «En el caso de Lorca, el plan ha funcionado perfectamente. Si no se hubiera cumplido, a saber qué daños habría sufrido la ciudad», se pregunta Carreño.