Hacienda

El fraude

Dice la RAE que fraude es una acción contraria a la verdad y la rectitud, o un «acto tendente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros». Defraudar (qué te voy a contar yo que tú no sepas, morena mía) es eludir o burlar el pago de impuestos o contribuciones.

La Razón
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El Gobierno anuncia ahora que va a perseguir la economía B. Porque en España, y esto sorprenderá a los honrados contribuyentes –mejor dicho: a los contribuyentes honrados–, hay una economía A, que es la oficial y conforme a la Ley, y una economía B, la negra, la buceadora, la que subsiste gozosa en el calcetín blindado, la preindustrial, la que se corresponde más con nuestro espíritu: solidario cuando se trata de socorrer la necesidad propia, pelín avaricioso en la privativa abundancia.
Ha costado mucho –desde la muerte de Franco hasta hoy–, ha costado constante y sonantemente que la gente se acostumbre a pagar impuestos. Hubo que exhibir el pendón folclórico de Lola Flores para transmitir el mensaje: «Hasta los artistas tienen que pagar, así que no me venga usted con que no se había enterado». El franquismo fue largo. Los impuestos, durante casi cuatro décadas, eran indirectos; la declaración de la renta, una excentricidad paneuropea, transpirenaica, de gente que tenía que estar mal de la olla para ir a entregarle parte de su sobre anual al Estado; una cosa como de belgas. Los españoles, más vivos, más ácratas, más desconfiados, empezaron a pagar a regañadientes. Pero no del todo. El Gobierno va a perseguir a la economía B, que es plusmarquista. No la pillará, «in fraganti» al menos. A una le parece que sería más efectivo bajar impuestos, dar facilidades, rebajar el percentil del navajazo tributario para que el honrado contribuyente (que no el contribuyente honrado) comenzase a ver, y a disfrutar, las ventajas de aportar su diezmo a la caja común y hacerlo dentro de la legalidad. Aumentar los beneficios del pagar sobre los del eludir. Hacer apetitoso el «interés» de tributar. (Bueno, vale. Sí. Soy una ilusa. Pero como dijo Lenin: «hay que soñar»). Sin embargo, me temo que se van a lanzar a la caza y captura del céntimo. A la coacción, el acoso y la subida de tributos. Y así no disminuirán el fraude, sino que lo animarán. Y, como toda la vida, seguiremos pagando los mismos.