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Cristina Cifuentes: «Mi perdición es no apagar el móvil ni los domingos»

No tendrá vacaciones. La Delegación de Gobierno de la Comunidad de Madrid está de guardia todo el verano. Pero, por si pudiera tomarse un fin de semana no le faltarían en su maleta ni un par de libros, algo de música barroca o un poco de flamenco... El «canyi» de protección que lleva tatuado en su muñeca derecha la redime de todo mal.

«Recupero el tiempo perdido con mis hijos; con el regaliz no hallo control y con las pipas tengo una capacidad ilimitada de ingesta»
«Recupero el tiempo perdido con mis hijos; con el regaliz no hallo control y con las pipas tengo una capacidad ilimitada de ingesta»larazon

Altísima, afectuosa, sincera, «empática» e hiperactiva. Está dotada de un mucho de eso que Coco Chanel llamaba «charme», pues sabe combinar a la perfección su aquiescencia con cada «imput» informativo que su «tablet» alerta. Es la política del invierno: por perseverancia, lucidez, mano izquierda y disciplina de cargo. Pero también la del verano y la del venidero otoño. Un café con ella es de las mejores ofertas en un caluroso agosto plagado de protestas:

–¡Vaya añito....!
–Y lo que nos queda.
-Más de 1.400 manifestaciones en lo que lleva de cargo...
–Más: casi 1.500 si contamos las de julio.
–Cada vez que el Gobierno anuncia un nuevo recorte, ¿usted se echa a temblar?
–En la calle ya estaban lanzados antes de los recortes. Desde que soy delegada ya había avisos de salir. A Rajoy no se le han dado ni los primeros 100 días de cortesía.
–De todos los que se han manifestado, ¿quiénes son lo que más quebraderos de cabeza le han dado?
–Depende. Difícil contestar. Primero era la huelga general, que era la gran prueba. Luego el aniversario del 15-M, los profesores, los mineros, luego los funcionarios...
–¿Alguna vez ha llamado a Toxo o a Méndez para pedirles «un poco de por favor»...?
–Tengo buena relación con los sindicatos y hablo con ellos con cierta frecuencia; pero ellos cumplen su obligación –protestar contra medidas– y yo con la mía, que es mantener el orden.
–Y qué sensación le quedó cuando sufrió en propia carne las iras de cierta gente por cumplir con su cargo. ¿Se lo tomó como un accidente laboral?
–Caminaba por mi barrio, sufrí empujones, escupitajos y amenazas. Fue muy frustrante ver el odio de algunos, que si hubieran podido hacerme daño me lo habrían hecho. Me provoca tristeza porque no intento hacer mal a nadie. Cumplo con mi obligación.
–Pero no es a usted, puede ser al cargo...
–Probablemente, pero suelo empatizar con la gente y sus problemas y sé que puede ser contra el cargo, aunque personalmente no deja de ser duro...
–¿Lo denunció?
–No. Quizá debiera haberlo hecho sin embargo, no quería desviar la atención hacia un problema mío, aunque fuera en el ejercicio de mi cargo.
–El ciudadano dice que el único espacio que le queda es la calle, y su obligación es protegerla. ¿La convierte en la principal enemiga de los manifestantes?
–Es que la calle es de todos y seguirá siéndolo: pero todos son los que quieren manifestarse y los que no. Y hay que compartirla y compatibilizarla. De ahí la importancia de comunicar las manifestaciones y hacerlo de forma ordenada.
–¿Por qué motivos saldría usted a la calle a una «manifa»?
–Por muchísimos. He salido muchas veces a la calle. Por ejemplo, me he manifestado siempre a favor de las víctimas del terrorismo.
–¿Convendremos en que hay abordadores profesionales de manifestaciones?
–Reventadores, sí. Como en la de los mineros. Ninguno de los detenidos tenía nada que ver con ellos. Hay grupos radicales que son antisistema que van a crear caos.
–¿Se trata de «atenizar» ciertas protestas?
–Desde luego. Es un objetivo de ciertos grupos que no tienen nada que ver con lo que se reivindica legalmente. Contenedores ardiendo, la obsesión con saltar las vallas del Congreso...
–Decir que fue disfrazada a una asamblea del 15-M, ¿es de las cosas que más rabia le ha dado?
–Nunca dije ni hice tal cosa. Soy poco conocida y hasta hace poco siempre he ido por la calle sin problemas e incluso a asambleas. ¿Para qué me iba a disfrazar?
–¿Le parece que no es un movimiento tan desorganizado y que tiene cobertura económica?
–...Y legal. Es algo muy heterogéneo... Están muy organizados, tiene cobertura política especialmente.
–Dice que ha intentado comunicarse con el 15-M pero que nadie ha respondido...
–Muchas veces. A través de la redes sociales, invitándoles a venir a la Delegación, a través de los medios..., pero dicen que no tienen portavoces, aunque eso no es cierto porque luego hablan en las radios, llevan las cuentas en redes sociales... En el momento en que alguien aparezca como interlocutor el propio 15-M lo rechazaría, me dicen... No quieren un diálogo institucional...
–En las huelgas, ¿nadie gana ni pierde?
–Pierde el país es su conjunto. Parar la actividad económica en este momento es muy negativo y por el mensaje que se da fuera.
–¿En verano se prepara una intendencia especial?
–Es un verano complicado, no sólo por seguridad, sino por los incendios, protección civil... Aquí no se descansa, yo no puedo tener vacaciones, ni nadie de mi equipo.
–Y en otoño...
–Previsiblemente, habrá un recrudecimiento de la protesta: los sindicatos ya lo han anunciado, de manera un poco irresponsable, diciendo que «va a ser la guerra».
–Hacer fiesta para usted es montar en moto, comer pipas, regaliz y estar con sus hijos.
–¡Es parte de la fiesta! Recupero el tiempo perdido con mis hijos, con el regaliz no encuentro control y con las pipas tengo una capacidad ilimitada de ingesta. Pero mi perdición es no apagar el móvil ni los domingos... Recibo llamadas a cualquier hora del día. La política no tiene horarios.
–Duerme muy pocas horas.
–Es que cuando llego a casa es muy tarde, y si no hago cosas, no tengo vida... Ceno, leo –si no, no me duermo–, tuiteo...
–Y lo de tener alergia a su gata y mantenerla...
–He adquirido un compromiso con Cleo y si forma parte de mi familia no la voy a abandonar por mi asma.
–Luego la gente no se divide entre los que aman en "Loui, Loui"y los que no...