Malabo
María Navarro abandona otra vez a Pantoja por Jesús Mariñas
Se mantiene la polémica por el reciente concierto de Julio Iglesias en Guinea Ecuatorial, en el que colgó el cartel de lleno total en un lujoso local de Malabo. La esposa de Jorge, su representante –qué tiempos aquellos los de Fraile, Domingo Martorell y Rafa Lozano–, me lo confirma. Es una joven italiana que siempre resalta y pocas veces acompaña a su marido. Me cuenta que, efectivamente, Julio fue contratado por Teodorín Nguema a través de TNO Guinea Ecuatorial, típico producto de hijo de dictador. Tiene todas las trazas y recuerda otros casos que es mejor no traer a la memoria: tiene predilección por las casas lujosas –en un país supuestamente tan pobre–, los coches deportivos de altísima gama y todo tipo de derroches insultantes para el entorno. Hay varias investigaciones abiertas contra este nuevo «hijísimo», para el que incluso solicitan la pena de cárcel por lavado de dinero. De hecho, varias organizaciones humanitarias censuraron el concierto de Julio por ser poco respetuoso con los derechos humanos. Al cantante no le habrá pillado desprevenido porque todavía recuerdo los tiempos en los que Pinochet le mandaba su avión privado rebosando de mariscos y frutas exóticas. También realizó giras por la Suráfrica del apartheid. Incluso tenía en la cabecera de su cuarto de Indian Creek un busto de Franco, que sin duda alimentó sus mejores sueños como Porcelanosa con Isabel Preysler hace años. Resultan comportamientos incomprensibles en quien tiene tanto prestigio como para no caer en situaciones tan peligrosas para su imagen.
Sucede igual con la reciente ruptura de Isabel Pantoja y el «bulldog» que tenía por representante, María Navarro, célebre por sus comentados desaires con los medios y un criticable estilo de relaciones públicas. No es el primer alejamiento entre las dos: ya se produjo algo parecido mientras la folclórica estuvo emparejada a Julián Muñoz. El polémico ex alcalde marbellí se entregó a ella hasta el punto de ayudarla a vestirse antes de las galas. Recuerdo su absoluta abnegación también con arrebatos coléricos como en la canaria Playa del Inglés. Entonces, Navarro recurrió a la astucia, supo quitarse de en medio, no diría que discretamente –pero sí con habilidad–, y el tiempo le dio la razón con el enjuiciamiento de Julián y la gloria recuperada como mentora, guardaespaldas y vigilante hasta el extremo de la sevillana.
Pero lo de ahora, en pleno juicio, no parece oportuno. Justo cuando resulta más chocante tal desafección, la cual aseguran que fue propiciada por su hermano Agustín. Es el auténtico cerebro maquinador en la sombra. No se entiende que la tonadillera elija tal desamparo con la que está cayendo y lo que se avecina. María Navarro, madre de la estupenda Lola Dueñas, era un perfecto escudo rebotador de iras, comentarios e intromisiones. Isabel vuelve a equivocarse.
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