Música

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Urrutia

La Razón
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Vuelve a coger los trastos Jaime Urrutia con «Lo que no está escrito», una reducción del «Te quiero lo que no está en los escritos» de mi amiga May Paredes, musa dorada de una Movida que ahora se disuelve en el olvido y que ha colaborado con su ingenio en las letras del disco, lo que demuestra una vez más que no todo está escrito y que el destino sigue como el tiempo variable mientras no dejen de llover canciones con ese espíritu de novedad que hace rebrotar una modernidad antigua.Porque Urrutia, mal o bien que le pese, es un clásico que igual que en el toreo enseña lo renovador y sorprendente que es mantenerse en los cánones antiguos. Cruzarse en la cita, cargar la suerte, mantener la figura erguida, templar y mandar. No en vano, su padre, don Julio de Urrutia, fue crítico taurino de sabio y firme criterio. Y Jaime ha sabido destilar la casta de sangre española adaptándola a diversos palos, desde el rock al soul, pasando por el cha-cha-chá. En los escritos quedó el esplendor cañí de Gabinete Caligari, y Jaime ha sabido volver a anunciarse en los carteles alternando cuadrillas y enfrentándose en solitario a una afición que le espera en cada faena cada vez que salta al ruedo de la fortuna.Ración de boqueronesCuando el mundo cambia incluso en las melodías eternas, Jaime se conserva fiel a sí mismo, con sus pantalones de pitillo, camisa de solapón, tupé y cigarrillo para entonar la voz. Agarrado a una Mahou como quien abraza a una gachí que quita el hipo. Más chulo que un ocho y tan lírico como una ración de boquerones.Le ha diseñado la portada del disco El Hortelano, lo que le hace desdoblar la imagen en ese mundo valleinclanesco transformado en los espejos del callejón del Gato. Hay que tener talento para embarcar las corrientes subterráneas de la España profunda para electrizarla en las emociones de la canción ligera.