Oporto
Ganó el fútbol
Ganó el fútbol. Ganó Guardiola. Perdió Mourinho. Para él se quedó el espectáculo de las ruedas de prensa. Recuerden, allí es el «puto amo».
En el campo, es el bufón de la corte. Un entrenador que intenta gestionar los partidos con especulación a jugar al antifútbol. Hasta Cristiano estaba de los nervios, y con razón. El Madrid, que tiene un equipazo, hacía el ridículo por culpa de un entrenador que después de lo de ayer, claramente, los merengues no se merecen. Y, el fútbol, menos.
Mourinho quería volver a ganar como lo hizo con el Inter, o con el Oporto. Sin fútbol, sin emoción, sin talento. La expulsión de Pepe es la excusa –de mal pagador– con la que Mourinho se justifica. Justifica su derrota, la suya, no la de sus jugadores. Luego acabó él mismo fuera del campo por impresentable. Un entrenador debe estar a la altura de su club y de sus aficionados. Sus gestos, muecas y lindezas dedicadas al colegiado son de baja estofa. Messi hizo el resto. Calidad, emoción, talento, goles y fútbol. Ahora la vuelta. Si Mourinho juega como hoy, no pasará. El fútbol estará en la final.
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