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ANÁLISIS El escándalo afecta al Gobierno

Las malas prácticas periodisticas de «News of the World» tendrán consecuencias políticas y empresariales a corto y medio plazo.

La Razón
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¿Hasta qué punto queda tocada la imagen de Cameron?
–A corto plazo, de forma severa y justificada. La opinión pública británica no olvida el apoyo económico y editorial de Murdoch al actual primer ministro frente a Gordon Brown en las últimas elecciones. La mancha sobre el 10 de Downing Street se agranda por la nunca ocultada sintonía personal entre el magnate y el político: la complicidad ideológica se convierte en el talón de Aquiles de ambos.

¿Sale debilitado o reforzado el imperio Murdoch?
–En primera instancia claramente debilitado. El problema no es que grandes firmas automovilísticas, bancos y cadenas de supermercados hayan anunciado la retirada de su publicidad de un tabloide que tiene las horas tasadas, sino que esas mismas marcas u otras puedan reconsiderar durante un tiempo la presencia en un holding periodístico tocado por la corrupción o las malas prácticas profesionales. En el medio plazo, y si hay una depuración de responsabilidades que se percibe como justa en las penas y rápida en el tiempo, esa reacción ejemplar puede terminar reforzando los cimientos éticos del gigante multimedia por antonomasia.

¿Sobre quiénes recaerá el pago de la factura?
–Todo dependerá del empuje que muestren no tanto las víctimas de secuestros y asesinatos como, especialmente, del precio que se pretendan, legítimamente, cobrar las víctimas del terrorismo y los familiares de los caídos en acto de guerra. El referente moral de estos últimos actuará como presión tanto para jueces como para políticos. Cuanto mayor y más duradero sea el aliento en la petición de responsabilidades, más arriba se tocará en los cargos y más dureza se empleará en las sanciones a los autores, cooperadores, colaboradores o cómplices de esta cadena de escándalos.

¿Hay un mensaje por extensión para el periodismo en tiempos de crisis?
–Sin duda. La caída en las ventas de «News of the World» no venía predeterminada tanto por el cambio en los hábitos de consumo de sus lectores (del papel a la pantalla) como por el propio declive de su reputación. Los métodos deontológicamente dudosos para la caza de exclusivas, que en principio eran contemplados con cierta simpatía y morbo porque el objetivo eran las «celebrities», han sido puestos progresivamente en la picota cuando el sensacionalismo se ha cebado con los más indefensos. El derecho a la información y la opinión goza de la máxima protección y del más ancho campo de juego para extenderse en las democracias liberales. No hay mejor forma de salvaguardarlo que la de respetar sus razonables límites a la hora de ejercerlo, incluso con efervescente ánimo de lucro.