España
El rostro de la catástrofe en la cuenca del Danubio
El «barro rojo» que arrasó más de 400 viviendas en Kolontár y Devecser (Hungría), y que acabó con la vida de cuatro personas, dejando más de 130 heridos, llegó el jueves al río Danubio. A su paso ha dejado solamente muerte y devastación. El río Marcal ha quedado sin vida. No hay pez ni vegetación que haya sobrevivido en un tramo de 40 kilómetros. Y tendrán que pasar décadas y décadas antes de que algún día esta zona, ahora estéril, se recupere del vertido tóxico que se produjo tras la ruptura de una balsa con residuos de aluminio.
La desolación también ha llegado al Danubio, un agua de la que depende el abastecimiento de 20 millones de personas y que es una zona importante para la pesca. Aunque la concentración de metales pesados a su paso por el segundo río más largo de Europa se ha ido reduciendo y el riesgo de contaminación, por tanto, es menor de lo que se temía, el peligro continúa. Los niveles de pH del agua se han disparado, y podrían morir muchos más peces de los que ya lo han hecho.
Un hábitat alterado
Ahora bien, aún existe peligro. Los niveles habituales de pH del agua del Danubio han cambiado. Y ése es el problema, ya que los peces, como las plantas, viven en una relación muy estrecha con el agua, su hábitat. Ya sean cambios de temperatura, dureza o el pH, todos estos factores les afecta de manera directa. El pH neutro del agua es el pH7. Las algas, en cambio, crecen más en con un pH ligeramente alcalino, es decir entre 7,1 y 7,4. Con el pH neutro prácticamente todos los peces pueden vivir, aunque como las algas algunos prefieren un pH más alcalino, como es el caso de los guppys.
En el caso del «Danubio, su pH normal es 7-7,5 (los ríos húngaros están entre 7 y 8,5). En cambio, el vertido salió con un pH 13 (cuando el máximo es el pH14). Y el agua contaminada que ha llegado al Danubio ha alcanzado un pH 9», explica Alberto Arroyo Schnell, de la organización conservacionista WWF en Hungría.
Y, aunque Arroyo es positivo, al no haberse teñido de rojo el Danubio tal y como ha sucedido con otros ríos más cercanos a la zona de rotura de la balsa, lo cierto es que resulta muy difícil que estos vertebrados acuáticos sobrevivan a ese nivel de pH. «Hay algunos peces que viven en un pH5, pero lo normal es que sobrevivan en un pH entre 6 y 8. Por encima de 10 es mortal para los peces, el objetivo es mantenerlo siempre por debajo de 9,5», detalla Eva Hernández, responsable de Agua de WWF en España.
De hecho, incluso cuando el pH es tan sólo mayor de 7,4 los peces ya no viven tan cómodos, ya que la mayoría de ellos comienzan a tener lesiones en la piel. Algunos, en cambio, sí sobreviven, tal y como sucede con algunos peces de los lagos de África. Lo mismo sucede si el agua tiene un pH menor de 6,8. La vegetación en estos casos crece más lenta, aunque hay peces que viven en estos ríos, como son los sudamericanos.
Larvas, las más sensibles
Y ahí está el peligro. En los 2.800 kilómetros por los que discurre el río Danubio y sus afluentes viven 5.000 especies animales (entre ellos el Pelícano del Delta, cigüeñas negras y pigargos europeos, el águila más grande de Europa) y 2.000 vegetales.
Asimismo, más de 100 especies de peces, entre ellos cinco tipos de esturiones, sobreviven en este río, que a pesar de no haberse teñido de rojo por el momento, lo cierto es que los niveles de contaminación no son los idóneos, puesto que el nivel de pH al que están acostumbrados es mayor, y son precisamente más sensibles los organismos vegetales o los animales que más bajos están en la escala biólogica (bacterias, algas...), aunque después la acumulación de metales sea más persistente en los que están más arriba de la cadena trófica. Una elevación del pH produce en algunas especies de peces alcalosis, si baja, acidosis. El caso más grave sería el de las larvas y los alevines, que son aún más sensibles a las variaciones del pH que los peces adultos.
Aun así, otros ríos no han tenido la misma suerte. La flora y fauna del Marcal se ha perdido. El daño ha sido tal que el río que desemboca en el Raba antes de acabar en el Danubio ha quedado totalmente muerto. Todos los peces han muerto. En este río, los valores de pH en el Marcal estaban hace tres días ligeramente por debajo de 10, después de que el miércoles se alcanzara un valor de 13, que causó la muerte de toda la vida de este río en un tramo de 40 kilómetros. «El Marcal es un río muerto. Todos los peces han muerto e incluso algunos ciervos pequeños de la zona también», afirma Arroyo. «En el caso del río Raba –prosigue– la situación está mejor que en el Marcal. Están echando yeso. El agua no es una mancha roja aquí, aunque hay espuma en la superficie y peces muertos».
En definitiva, unos ríos en los que cada vez el hombre hace más difícil que exista la vida en ellos. Su casa, su hábitat y nuestro bien más preciado es de forma continua golpeada por la actividad humana. De hecho, el Danubio no sólo tiene que afrontar este vertido. En el año 2000, una balsa en Baia Mare, en Rumanía, se rompió y se virtieron aproximadamente cien mil metros cúbicos de agua contaminada. El vertido acabó en el Danubio tras la contaminación de los ríos Somes y Tisza. Seguimos sin aprender de la Historia. ¿Cuántas veces tiene que tropezar el hombre con la misma piedra?
✕
Accede a tu cuenta para comentar