Egipto
Enfermos del espíritu
Este valioso libro presenta una verdadera anatomía de la enfermedad desde la época del antiguo Egipto. Rastrea en la Historia para buscar los síntomas y establece una teoría entre el galeno y los pacientes. Andrzej Szczeklik apuesta por un regreso al humanismo en la medicina para recuperar el vínculo entre ésta y los enfermos. «Core»Andrzej SzczeklikAcantilado360 páginas, 24 euros.
¿Camina la medicina sobre arenas movedizas? Ésa parece ser la principal pregunta que se hace Andrzej Szczeklik en este libro, en el que el médico polaco ha intentado aunar dos sensibilidades que, según había pronosticado el escritor de ciencia-ficción C. P. Snow, se han separado completamente: la ciencia y el humanismo. Aunque Snow había atribuido el origen de dicha grieta a los humanistas, lo cierto es que el doctor Szczeklik, entre cuyos pacientes se encontraba nada menos que el premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz, ha logrado devolverle a la medicina una condición que jamás debió haber perdido: la de ser una «ciencia de los sentimientos».
El virus de Ramsés
Lector de Dante y de otros poetas latinos en su lengua original, Szczeklik recorre prácticamente la historia de la medicina de la mano del arte y de la literatura. Así, por las páginas de este volumen, en las que Prometeo convive con la clonación, los virus con Ramsés V y el cáncer de mama con la pintura de Rafael, el autor, que durante algún tiempo se dedicó a tocar el piano en un conocido cabaret de Cracovia, parece empeñado en demostrar una cosa: que la enfermedad no es solamente una cuestión corporal sino, sobre todo, algo espiritual.
Szczeklik sostiene que el principio fundamental que tiene que regir en toda la actividad médica es el humanismo. La tarea que se ha propuesto, de todos modos, no resulta algo sencillo. Los médicos tienen el deber de ponerse una coraza, pues de otra manera no soportarían «tanta miseria y sufrimiento a nuestro alrededor. De otro modo, el médico se echaría a llorar con su paciente y una hora después de empezar su jornada ya estaría desarmado». Aun así, Andrzej Szczeklik cree que hacer lo contrario todavía es posible, siempre y cuando la sensibilidad del corazón, dice en tono pascaliano, esté en el centro de la práctica médica.
Bajo esa premisa, Szczeklik (de quien el poeta Seamus Heaney ha dicho que nos recuerda que el campo de la salud debe estar más relacionado con la caritas que con la economía) considera que el trabajo médico es un arte muy complejo que consiste, básicamente, en hacer que la enfermedad, que se esconde en el interior del paciente y que no deja de enviar señales se manifieste. «El médico va construyendo un diagnóstico, es decir, define y nombra a su adversario. Como un espiritista en una mesa giratoria, así el médico despierta los síntomas de la enfermedad», afirma.
Un acertijo
Despertar esos síntomas, sin embargo, no es una tarea nada fácil. «Para el médico, todo enfermo constituye un acertijo. El acertijo se resuelve en el momento de establecer el diagnóstico. Hay que escuchar al enfermo y guiarlo con la conversación para extraer de ella los síntomas más importantes de la enfermedad. Hay que saber explorar y dar con sus características y, por último, el médico debe acompañar», asegura en este volumen.
Szczeklik recuerda que en otros tiempos la biología, la ciencia y el arte, al igual que las observaciones y las especulaciones sobre la naturaleza, estaban entretejidas con hilos tan fuertes que resultaba difícil distinguir unas de otras. La medicina moderna, en cambio, se centra en otra cosa: «En buscar en la genética las respuestas a la pregunta por la eternidad» en una época en la cual el sistema público de salud no contribuye a que la labor de los médicos se centre en el «alma» de los pacientes, como si la palabra, que antes se oía tanto en boca de biólogos o médicos y en los gruesos tomos de psiquiatría e incluso de psicología, se hubiera evaporado de repente y, junto a ella, el humanismo.
Más que una máquina
«El ser humano no es una máquina en la que cada elemento se rija o funcione según una ley o una disciplina científica particular», concluye Szczeklik, que ha logrado unir como nadie la biología con la intuición de un artista que sabe que la salud física, tan necesaria, tan ansiada, no lo es todo. «Ser humano –aclara el novelista Adam Zaga–ewski en el necesario prólogo a este excelente libro– significa estar insatisfecho eternamente. Y significa, por tanto, buscar libros que conviertan esa insatisfacción filosófica en tema de reflexión y en material para construir pensamiento y que, precisamente por eso, pueden aliviarla». La obra del doctor Szczeklik, que transita por las ciencias humanas y la medicina, cumple ese cometido.
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