Sevilla

Esto es la gloria

La Razón
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Salía el jueves a las doce de la mañana de Onda Cero. A toda prisa me dirigí a ver la recogida de la custodia de Arfe. Al salir de San Gregorio, cuando te das de cara con una de las cumbres de la Sevilla histórica, a la derecha el Real Alcázar, a la izquierda el Archivo de Indias, en frente la Catedral con el fondo de la Giralda y el Palacio Arzobispal. La luz propia de esta tierra, por la plaza del Triunfo desfilando las fuerzas terrestres con banda incluida. Por la puerta de Palos, la custodia hacía su entrada, entre el repicar de las campanas y la Marcha Real que tocaba otra banda. Inmediatamente, salía de la puerta principal del Palacio Arzobispal la banda de Las Cigarreras tocando como ellos saben hacerlo. Los muchísimos turistas no daban crédito, estaban viendo el mayor espectáculo del mundo, aromatizado con romero. Una argentina gritaba a sus familiares, «viste ché, esto es la gloria». Cuando Sevilla aparca todos los problemas y decide vivir uno de sus grandes días, es auténticamente la gloria. La corta Semana Santa de este año hizo que la gente se volcara viendo el paso de la Sagrada Cena, que desde la Catedral a la iglesia de los Terceros, hizo el recorrido en medio de una auténtica muchedumbre. Otro gran protagonista fue Juan Ignacio Zoido, aplaudido durante toda la procesión del Corpus. A partir de ahora, tendrá que ponerse un guardia municipal al lado para recordarle que es humano. Sevilla, repito, además de ser la gloria, tendría que ser beatificada, los milagros para ello están a la vista de todos. El de los cochecitos de niños que volvieron a tomar las calles en medio de la multitud y con 40 grados a la sombra. Ni un solo bebé con problemas, ni tan siquiera insolación. No, esto es un verdadero milagro.