Fotografía
Amparo repudiada por su belleza por Jesús Mariñas
A mparo era diferente, excepcional. No sólo fue la única Miss España que llegó a Miss Universo en 1974, título al que renunció harta de emboscadas que nada o mucho tenían que ver con la belleza; fue la más lista oliéndose de qué iba todo, una voz de alerta que no supo aplicarse en los amores
Fueron desquiciados y desquiciantes, como el de Patxi Andion, entonces en la cresta de la ola y que despreciaba a tan hermosa mujer. Fue el principio de un desolador fin. Se refugió en el suburbio malagueño de La Palmilla, en el que se alejaba del cuidado materno y fraternal.
Nunca olvidaré sus gloriosos años, cuando habité un ático de su propiedad en la castiza Puerta Cerrada. Siempre amenazaba con «tirarse a la calle», y le advertíamos de que sólo lograría lesionarse, «porque te lanzarás desde un segundo piso que hace esquina redonda», le decíamos.
Se enfureció con su éxito. Elías Querejeta fue el que más y desinteresadamente la quiso y Flavio resultó pernicioso. Intimé con ella en «Tómbola», donde una madrugada se enfureció con Máximo Valverde porque el rancio ya no galán la llamaba Amparito. Las pretensiones de Máximo la desquiciaban: «No presumas de lo que no hubo, yo nunca pude enamorarme de alguien como tú. ¡Y no me llames Amparito, imbécil!». Esa noche me ofreció un rosario tibetano con cuentas de sándalo. Colgaba de su esbelto cuello. «Para que te proteja. Te hará bien». Venía de una etapa mística, contrapuesta a sus vaivenes tan bien aprovechados por los trepadores que crecían a su lado bajo encandilamientos amorosos. Todos le tendieron trampas.
Cargaba con la penitencia de la belleza. La última época, tras morir su padre y gestando tres cánceres hasta el póstumo de pecho, se mantuvo firme. Enhiesto el orgullo y una belleza que no declinó con los múltiples males que la afligieron, hubo denuncias de hoteles impagados por el de turno, avisos desmentidos de si tenía sida y doblegamiento a sustancias que la tenían en pie.
Toda una vida creyendo en los demás, en su buena fe, entrega y dedicación, cuando sólo buscaban aprovecharse de su fama. Fue única haciendo de Niña Chole valleinclanesa, aunque su vida fue de esperpento, con la belleza deformada por los espejos goyescos. Quería que la dejásemos en paz, que no recordáramos su tiempo de esplendor y rebeldía. Luchó contracorriente y se hizo querer a pesar de todo, belleza incluida. Por fin descansa en paz, ya le tocaba.
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