Sevilla

El mejor de los tiempos por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
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Para algunos sevillanos, los más «rancios», la Semana Santa comienza a andar el 6 de enero, con la función principal del Señor de Sevilla, el del Gran Poder. Poniéndose más razonable con los tiempos, hay otra fecha que se acerca casi a la cuaresma. Desde hace dos años José Luis García Palacios, de acuerdo con el consejo de hermandades y cofradías, ejerce de anfitrión en el salón de actos de la fundación, para que se presente el cartel anunciador de la Semana Santa sevillana. Primer apunte del acto, el cuarteto Epali, flauta, viola, violón, y violoncelo, mostraron una vez más que las marchas son música de gran calidad, oír Hiniesta de Sevilla y Amargura, interpretadas por un cuarteto de cámara, sin la emoción procesional, sin la bondad de los arreglos, sin la brillantez de 60 músicos, dan como resultado que desnuda la composición, sigue sonando con altísima calidad. José Luis García Palacios, en su parlamento, deseó que los tambores que oigamos siempre, sean los de las bandas, nunca los negros tambores que empiezan a atronar por el mundo. Tras el descubrimiento del cartel 2012, el autor emocionado dirigió unas palabras propias del gran artista y si cabe mejor cofrade que es. Adolfo Arenas, presidente del consejo, estuvo acertadísimo al dejar claro que Antonio Dubé de Luque, como otros grandes que han firmado este mismo cartel, no se les puede llamar cartelistas, pintores y escultores, que es lo que son. Gregorio Serrano, delegado de Fiestas Mayores, se dirigió a todos con optimismo y poniendo el Ayuntamiento al servicio de la Semana Santa. El cartel, como me dijo muy acertadamente el buen periodista de este diario Pepe Lugo, es tan bueno que son tres en uno. Primero, Pasión; segundo, los Servitas; y tercero, la Macarena a punto de salir por la Puerta de Palos. Cualquiera de estas representaciones sería estupenda. Como había comenzado la mañana oyendo misa en la Magdalena, con el Calvario en su altar de quinario, pasé por el Museo, vi las primeras torrijas, algún brote de azahar, y enseguida alborozado pensé que faltan pocos días para que ese olor tan especial, tan sevillano, nos diga que estamos llegando al mejor de los tiempos.