Consejo de Ministros

Recuperar el prestigio por Jaime BARBERO

La Razón
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Lejos de valoraciones y posicionamientos ideológicos —progresistas o conservadores— derivados de las presiones que la política ejerce sobre la composición del Tribunal Constitucional (cada vez más lejos del principio de división de poderes) hemos de reflexionar sobre el deterioro que la imagen de la Administración de Justicia, en general, y del TC, en particular, ha padecido en los últimos tiempos.

Y no lo digo ya desde una perspectiva popular (en ocasiones injusta y desmesurada, dirigida intencionadamente por los intereses de turno) sino, sobre todo, por lo que los propios juristas vienen calificando desde hace algunos años como un descrédito o, mejor dicho, desprestigio del propio Tribunal, si lo comparamos con la trayectoria profesional que siguió a su puesta en marcha, ejemplo altamente valorado dentro y fuera de nuestras fronteras.

De este modo, de sus primeros pasos como órgano garante de nuestra Carta Magna, erigiéndose en pieza fundamental en el asentamiento y consolidación de los principios constitucionales y del modelo territorial autonómico actual (hoy tan debatido), se ha pasado a una técnica prolija en la redacción y argumentación de sentencias y, a menudo, con basamentos muy particulares (por no decir «partidistas») que obtienen su réplica en la redacción de numerosos votos particulares.

Sin obviar el alto grado de presión política al que se ven sometidos los magistrados (valgan como ejemplo los debates sobre el Estatuto de Cataluña o la Ley del Aborto), lo cual no ayuda al análisis sereno e imparcial que requieren las cuestiones más trascendentales de nuestro sistema democrático, el recién estrenado TC deberá recuperar el prestigio perdido en los últimos años.


Jaime BARBERO, Cdor. de Dcho. Constitucional de Lex Nova