Literatura
Lo bien que se vive
Pues sí, lectores: que esto de que vivamos así de bien ustedes y yo bajo el Régimen del Bienestar es el más grave impedimento de que podamos entender lo que pasa y descubrir las mentiras sobre las que el Régimen se asienta: ¿cómo vamos a querer enterarnos, si tememos que eso nos desbarajuste la conformidad con que, mal que bien, vamos gozando de los productos que nos venden y del porvenir que se nos asegura?, ¿cómo no vamos, ante el menor peligro de entender, a distraernos con las diversiones que el Régimen nos proporciona, seguro de que ninguna de ellas, políticas, deportes, espectáculos, literaturas, va a presentarnos nada inesperado ni desconcertante?
Un momento: para que esto a su vez no se entienda mal, como suele, quede claramente advertido: el que eso de que vivamos así de bien la mayoría de mis lectores y de mí mismo sea el gran estorbo para que oigamos razón común y descubramos la mentira no quiere decir que, en cambio, el pasárselo mal, la miseria y la desgracia, que también entre nosotros se dan y más aún a nuestro alrededor entre los menos favorecidos, sea una buena condición y estímulo para oír razón común y descubrir mentiras: por desgracia, es patente que sufrimientos, calamidades, humillaciones tampoco valen para nada bueno, y que, más o menos, lo mismo miseria y pena que acomodo confortable sirven a cada paso para llevar a los unos o a los otros a la sumisión al Poder, a la demanda de limosna y a la conformidad con la mentira.
¿Qué hacer entonces? Venga, lector, no me diga que también aquí se piden instrucciones o consejos, como le dan los que le preparan realistamente para la revolución futura o le anuncian el fin del mundo. Aquí no hay futuro ni fin que valga: con que se haya dejado usted leer, y oír, esto que le he escrito sin taparlo enseguida con las ideas que le hayan inculcado acerca de la realidad, con eso ya habremos hecho usted y yo mucho más de lo que suele hacerse.
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