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El sueño de Marsillach

Autor: Adolfo Marsillach. Dirección: Mercedes Lezcano. Intérpretes: Manuel Galiana, Ana María Barbany, Mónica Aragón, José Carabias... Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva). Madrid.

El sueño de Marsillach
El sueño de Marsillachlarazon

A los diez años de la muerte de Adolfo Marsillach, su esposa, Mercedes Lezcano, y el Centro Dramático Nacional le rinden un apropiado homenaje recordándonos que además de actuar, dirigir y animar el panorama teatral de la España que despertaba en la Transición, también escribió con talento, ritmo y atención a las nuevas tendencias.

«Extraño anuncio» es un texto interesante que desdibuja fronteras entre lo onírico y lo real, entre el sueño, convertido en pesadilla aunque con el sutil humor del dramaturgo, y lo que nos espera al despertar. Una mañana de café y periódico se convierte en una trama casi cuántica en la que el futuro se cuela en el presente a golpe de «déjà vu» de vigilia para enfrentarle a una muerte anunciada.

El veterano Manuel Galiana es lo mejor del montaje: asimila con mesura el desasosiego de su personaje sin caer en lo trágico ni en lo cómico, porque el autor de «Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?» no jugó a ninguna de estas fichas y a la vez apostó a todas, como la vida misma. En este sentido, el trabajo de Lezcano con los actores parece el indicado: contención con toques de cotidianeidad. Ana María Barbany y Mónica Aragón abordan con acierto sus papeles respectivos de esposa y de interesada en el anuncio del título, extraño porque pone a la venta el hogar del matrimonio cuando aún no ha ocurrido la tragedia. El resquicio cómico lo aporta el funerario de José Carabias, actor fiel a su registro que aligera el campo de agramante de los personajes. En todo es fiel Lezcano al legado de Marsillach. Quizá en exceso: su puesta en escena –una habitación neobarroca en un blanco irreal, casi un viaje al «2001» de Kubrick– es hermosa, pero peca de ortodoxa, como si, al margen de unas proyecciones neblinosas y algún juego de luz, no se atreviera a dar un paso más allá del texto.