Manhattan

Anne Bogart: «Wilson me ha influido para bien y para mal»

La compañía estadounidense SITI actúa por primera vez en España con un espectáculo de 1997 en el que indaga en el proceso de creación

EL CREADOR EN SU UNIVERSO. El actor Will Bond se convierte en un trasunto de Robert Wilson en «Bob», el montaje que llega hoy al Teatro Valle-Inclán de Madrid
EL CREADOR EN SU UNIVERSO. El actor Will Bond se convierte en un trasunto de Robert Wilson en «Bob», el montaje que llega hoy al Teatro Valle-Inclán de Madridlarazon

Hace ya veinte años que Anne Bogart puso en pie la compañía SITI, uno de los proyectos teatrales más interesantes y experimentales de la escena estadounidense. Sus montajes han viajado por medio mundo, pero hasta ahora nunca habían pisado España. El Centro Dramático Nacional decidió enmendar esa ausencia y la imprescindible agente Pilar de Yzaguirre echó un cable para traerlos. «Es la primera vez que alguien nos ha invitado», resume con sinceridad la artista. «Bob», el título con el que nos visitan –hoy, mañana y el sábado, en el Teatro Valle-Inclán–, es un montaje unipersonal creado en 1997 que trata sobre otro célebre director de escena, su compatriota Robert Wilson. Bogart atendió a LA RAZÓN desde Nueva York, donde la compañía tiene su sede.

-¿Es «Bob» una obra sobre Robert Wilson o sobre su trabajo ?
-Creo que es una pieza sobre el proceso artístico visto a través de la lente de Robert Wilson. Su forma de crear es muy especial, y sus crisis lo son también. Sin duda, trata de él y de su vida, pero en última instancia habla del proceso creativo, de qué hace falta para crear en general.
-¿El universo de Anne Bogart se parece al de Robert Wilson?
-Bueno, Wilson es diez años mayor que yo, y cuando yo era una directora joven, vi bastantes trabajos suyos. A veces me encantaban y otras los odiaba, pero siempre fueron como una vara de medir, él era alguien con quien compararte. Wilson tuvo una gran influencia sobre mí, tanto para bien como para mal.
-¿Alguna de sus obras la marcó de forma especial?
-Sus primerísimos trabajos: «The $ Value of Men» y «Emily likes the TV». Eran lo más raro que yo había visto nunca. No había vivido hasta entonces un teatro tan extraño.
-¿Ha cambiado la obra de Wilson mucho desde entonces?
-Sí, atravesó un periodo en el que su trabajo estaba muerto. Pero hace poco he vuelto a ver alguna obra suya y estaba de nuevo plagada de vida. Una razón por la que Wilson aún me resulta interesante es que no deja de reinventarse. Cada vez que crees que conoces lo que hace, él avanza en una dirección nueva.
-¿Qué nos enseñan de Wilson sus propias palabras?
-Abordan no sólo su proceso creativo, sino su familia, su lucha, sus amores... En cierto modo es una obra autobiográfica. Diría que algo tierna. Bob nunca la ha visto, pero muchos de sus amigos sí, y le han dicho que está hecha con amor.
-¿No ha podido verla?
-No ha querido, y no le culpo. Le resulta muy cercana. Pero nos ha apoyado. Tuvimos su bendición.
-Si alguien le diera por estrenar una obra titulada «Anne» sobre Anne Bogart, ¿cómo sería?
-(Risas) No tengo ni idea, y no creo que a nadie le dé por hacerla: Wilson es mucho más interesante que yo.
-Pero usted es una de las directoras más aclamadas de EE UU.
-Sería más interesante hacer una obra sobre SITI que sobre mí, porque son un grupo apasionante de gente con un montón de historias.
-¿Cómo sería entonces una obra titulada «SITI»?
-Estaría llena de «Sturm und Drang» (risas). Cualquier compañía que permanezca junta tanto tiempo lucha mucho... y esa lucha es creativa. Seguramente sería una obra sobre el desacuerdo.
-Da la sensación de que a este lado del Atlántico no llega demasiado teatro de EE UU. ¿Sienten lo mismo allí con el europeo?
–Recibimos unas cuantas producciones europeas, y tenemos sitios, como la Brooklyn Academy of Music, y algunos centros de arte, que traen trabajos europeos, pero no los suficientes. Y creo que se da una especie de xenofobia en EE UU. He de decir que hoy [por el pasado día 7] es un gran día, porque Barack Obama ha sido reelegido. Esta conversación habría sido diferente si hubiera salido Romney: habría incrementado la xenofobia y la falta de intercambio con otras culturas. Así que estoy feliz.
-¿Qué le pide a este mandato?
-Espero que, dado que tiene permiso, probablemente podrá llevar a cabo cosas de las que hasta ahora tan sólo ha hablado, incluyendo temas como el sistema sanitario, sacarnos de guerras y cambiar su postura frente a la tortura. Ojalá que aproveche estos cuatro años.
-Pero en su primer mandato tuvo las manos atadas políticamente.
-Sí, y querría que en éste fuera menos diplomático y afrontara temas que en los cuatro años anteriores le dio miedo llevar adelante.
-¿Cómo han vivido el paso del «Sandy» en Manhattan?
-Muchos miembros de la compañía viven allí y han estado sin electricidad cinco o seis días. La ciudad en cualquier caso ya se ha recuperado, aunque el huracán hizo mucho daño, no sólo físico, sino emocional. Muchos teatros estuvieron cerrados durante días y cuesta volver a enganchar al público en mitad de la crisis. Es un momento crítico.
-Están ocurriendo cosas en EE UU y en el mundo, la crisis, guerras... Pero no parece que le interese abordarlas directamente.
-La semana después de Madrid, estaremos representando «Las troyanas», que la pasada mostramos en Connecticut, un estado que también fue golpeado por «Sandy». Montar esa obra allí fue devastador, porque el texto habla de ciudades y vidas destruidas y ésa es la forma más poderosa de aproximarse a las cicatrices y las magulladuras del momento en que vivimos: a través de los filtros del pasado.
-¿Cree que es más efectivo que el teatro que aborda la realidad de forma directa?
-No, admiro a las compañías como The Civilians o Tectonic, que hacen teatro a partir de entrevistas... Pero yo prefiero utilizar la lente del pasado para hablar del presente.

 

Veinte años de creación
Fundadora en 1992 de la SITI Company junto con el director japonés Tadashi Suzuki, Bogart (a la dcha.) es además profesora en la Universidad de Columbia. En estas dos décadas, ha dirigido montajes como «American Document», «Antigone», «Under Construction», «Freshwater», «Who Do You Think You Are», «Radio Macbeth», «Hotel Cassiopeia», «Death and the Ploughman».... Con «Bob» comenzó un tríptico sobre el proceso de creación, que continuó con «Room», que tomó a Virginia Woolf como base, y con «Score», inspirada en Leonard Bernstein. También es autora de varios libros, entre ellos, un tratado de interpretación en el que estableció su teoría de los «puntos de vista».

 

«Un pensamiento, un trabajo»
Gurú del teatro contemporáneo, director de óperas y piezas teatrales por todo el planeta –en el Teatro Real de Madrid se vieron las dos pasadas temporadas, con pocos meses de separación, «Pelleas et Melisande» y «Vida y muerte de Marina Abramovic»–, Robert Wilson (Waco, Texas, 1941) trabaja desde hace décadas en su centro de creación, The Watermill. Entre su apretada agenda, encontró tiempo para responder a LA RAZÓN algunas preguntas sobre la obra de Bogart, que se remonta a 1997. «No he visto el montaje, y admiro el trabajo de Anne Bogart enormemente. No me molesta en absoluto que escribiera una obra sobre mí», comenta, corroborando la versión de la neoyorquina. Aunque responde de forma escueta, cuando se le pregunta sobre las diferencias entre el montaje de Bogart, basado en el texto, y los suyos, que se sustentan en el uso del color, la música, las formas o la luz: «Mi trabajo es una cosa y el de Anne es otra». Ha pasado tiempo, y las puestas en escena del Wilson de 1997 acaso no sean las mismas que las de hoy en día, aunque él resume: «Para mí, mi trabajo es una línea continua. Un pensamiento, un trabajo».
Asegura que «lo que me interesa como espectador es que lo que vea en escena sea una pregunta en vez de respuestas. El teatro es un foro en el que cualquier cosa puede discutirse». Preguntado por una definición de teatro, también es somero, aunque parece tenerla clara: «El teatro está ahí para que la gente joven redescubra a los clásicos». A menos de una semana de las pasadas elecciones en EE UU, era obligatorio, como con Bogart, preguntarle a Wilson (en la imagen) por su opinión sobre los resultados de las urnas. Y, rompiendo el estereotipo del texano republicano, el de Waco asegura: «Me siento tremendamente orgulloso de ser americano y de celebrar la victoria de Obama. Sus valores son los míos. Yo le apoyo para que abra camino». Aunque es un asiduo director en el principal coliseo operístico de España, hace ya años –desde «La tentación de San Antonio» (2005) y posteriormente «La dama del mar» (2008)– que no vemos sus montajes teatrales en Madrid. «Hay varias conversaciones en marcha para mostrar mi trabajo allí, pero por culpa de la crisis económica nada ha sido confirmado aún», explica el director sobre sus proyectos inmediatos en la capital.