Serbia
Alemania 0-1 Serbia: Minuto fatal
Alemania llevó la iniciativa, pero la expulsión de Klose y el inmediato gol de Serbia arruinaron su trabajo
El fútbol, a veces, es rencoroso y vengativo. Y castiga a los buenos por los pecados de sus antepasados. Alemania se acostumbró durante años a ganar con la única virtud de su insistencia. No importaba el estilo. Y así fue capaz de ganar Eurocopas y Mundiales y de estar siempre en las últimas rondas. Nadie sabía por qué, pero Alemania siempre estaba allí.Ahora los jóvenes alemanes tienen otras inquietudes, han aprendido a jugar al fútbol, pero se encuentran con partidos como el de ayer. Hicieron todo lo posible para ganar, pero ganó Serbia. Un minuto desgraciado arruinó noventa de esfuerzo. Es el tiempo que pasó entre la expulsión de Klose y el gol de Jovanovic. El delantero alemán hizo una entrada por detrás y Undiano Mallenco llevó la regla al extremo para sacarle la segunda amarilla y mandarlo al vestuario. Inmediatamente después, Zigic descolgó un centro de Krasic para que Jovanovic marcara el gol de la victoria serbia.Alemania no cambió. Joachim Löw confía en su estilo, en tener la pelota y en la imaginación de Özil para llegar al área. Sólo les faltaba la referencia arriba de Klose. Serbia se conformaba con su tanto, con esperar y salir al contraataque. Los alemanes tenían el balón. Los serbios, la paciencia. A Khedira le devolvió el larguero un disparo a la salida de un córner que hizo desesperarse a Löw. Pero no tanto como Podolski. Al zurdo alemán le podía la rabia cada vez que disparaba. Y no se tranquilizó ni ante los once metros. Nemanja Vidic, el sobrevalorado central del Manchester United, estiró demasiado la mano en un centro al área y cometió penalti. Dos partidos, dos manos, dos penaltis en contra del equipo de Radomir Antic, que ya debe haber pensado en la amputación para sus futbolistas. Para todos menos para Stojkovic, el guardameta serbio que detuvo el penalti lanzado por Podolski. Mal, como hizo casi todo ayer.Alemania no se desesperó por el paso de los minutos. Ni por jugar con uno menos. Ni por el cambio de Özil. El mediapunta alemán tiene muchas virtudes, pero no está entre ellas la resistencia física. El toque, la visión de juego y el dominio del partido no se acompañan de unos pulmones generosos. Lo sustituyó Marco Marin, otro del estilo. Algo que no ha perdido la nueva Alemania es la fe de sus mayores, la confianza en que algo bueno llegará después, en que tras tanto sufrimiento vendrá el premio.Esa confianza le sirvió para empujar hasta el final. Sin un delantero centro o con dos, cuando entraron al campo Mario Gómez y Cacau. Un rematador y un futbolista que tampoco fueron capaces de marcar.Serbia aguantaba atrás y esperaba al contraataque. Y tuvo ocasiones para decidir el partido. Zigic se encargaba de bajar cualquier pelota que llegara por los aires. En una de ésas, Kacar no acertó con la volea. Otra la mandó el mismo Zigic al larguero. Y Jovanovic tiró otra más al poste. Los alemanes tenían menos puntería y no encontraron el empate que buscaron y que merecieron.Algo ha cambiado. Alemania ha aprendido a jugar al fútbol. Y a perder.
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