Grecia
Un año decisivo
Hemos dejado ya exhausto, políticamente hablando, al año 2010, que ha sido el peor momento –con mucho– para Rodríguez Zapatero desde que llegó al Palacio de La Moncloa. Las cosas no van bien, no están bien y el horizonte se presenta para los socialistas más nublado que nunca. Todos son interrogantes y es imposible encontrar las respuestas adecuadas para un jeroglífico complicado como pocos.
A estas alturas, lo que tenemos claro es que este año que ya ha comenzado va a ser un año electoral. En el 2011 tocan elecciones autonómicas, municipales y forales en el mes de mayo y por lo tanto esa es la gran clave que ahora mismo tenemos entre manos y que hay que manejar como decisiva para lo bueno y para lo malo. Es la cita que divide el año en dos partes y que puede determinar el futuro de Rodríguez Zapatero. De todas maneras, antes de llegar a ese punto, tenemos que desentrañar lo que puede ocurrir de forma inmediata con la crisis económica y la situación financiera en España.
A nadie se le oculta, que el fantasma del rescate permanece ahí agazapado. Es verdad que la potencia económica de España es de tal magnitud que es imposible un rescate al estilo de Grecia o de Irlanda. En nuestro caso, tendría que ser una intervención quirúrgica y concreta para inyectar todo lo que fuera necesario para que nuestra economía pudiera volver a reflotarse con consistencia. Desde luego, si esa intervención –tenga la forma que tenga– se ejecuta antes de primavera, está claro que Rodríguez Zapatero tendrá la obligación política y democrática de convocar elecciones anticipadas, previsiblemente haciendo coincidir esos comicios con los ya previstos en el mes de mayo. Fabricando así un amplio paquete electoral, con el que pueda intentar salvar los muebles.
Me resisto a pensar que Zapatero ya ha tirado la toalla política. Va a intentar hasta el último minuto ser cabeza de cartel socialista. Si las encuestas se lo niegan no tendrá más remedio que ceder el testigo; pero, en ese caso, todo el proceso se convierte en algo tan complicado que intentará seguir adelante. Su carácter así lo determina, y los dirigentes socialistas lo saben y lo conocen.
Con estos dos parámetros: elecciones de mayo y crisis económica, hay que diseñar el futuro político de este año que se convierte –desde ya– en uno de los más complicados de la democracia. No existe una bola de cristal que nos ayude a descubrir el futuro. Pero sí existe la certeza de que con Zapatero podemos esperar un regate de última hora que cambie las cosas de cuajo. Está todo abierto. Todo es posible. Y hay que estar preparados para cualquier estrategia.
Comenzamos un año repleto de incertidumbres, sin saber qué va a ser de Zapatero, con la posibilidad de que las elecciones generales nos estén esperando a la vuelta de la esquina y con el constante fantasma de la intervención. ¿Quién da más?
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