Sao Paulo
Adiós al gol: Ronaldo confirma su retirada del fútbol
El fútbol cuenta desde ayer con una baja que será imposible de cubrir. Di Stéfano fue inigualable; Pelé, inalcanzable; Maradona, único; Ronaldinho, mágico; pero ninguno de ellos tenía la clarividencia delante de una portería que atesoraba en sus botas Ronaldo Luiz Nazario Da Lima, el «Fenómeno».
El delantero brasileño, que milita en las filas del Corinthians, anunció ayer su retirada del fútbol en activo a causa de sus constantes problemas físicos y de una enfermedad que le fue detectada hace cuatro años. «Es muy duro abandonar algo que me hizo tan feliz, que tanto amé y con lo que quería seguir, pero tengo que asumir algunas derrotas. Perdí por mi cuerpo», confesó entre lágrimas.
Las lesiones han marcado la carrera de un Ronaldo nacido para el gol. A partir de su fichaje por el Inter de Milán, que pagó 4.000 millones de pesetas al Barcelona en un traspaso récord en aquella época –1997–, comenzó su calvario, iniciado con unas extrañas convulsiones antes de la final del Mundial de Francia'98 y que continuó con dos lesiones gravísimas de rodilla y varios percances musculares. Su figura empezó a agrandarse entonces, aunque su sonrisa no logró borrarse de su rostro. «Todos saben de mi histórico de lesiones. Esos dolores me han hecho anticipar el final de mi carrera», relató.
Hacía ya unos años que su fútbol había iniciado un descenso inversamente proporcional a su peso. La explicación es médica. «Hace cuatro años, cuando estaba en el Milán, descubrí que sufría de hipotiroidismo, un problema que desacelera el metabolismo, y supe que para controlarlo tenía que tomar unas hormonas que están prohibidas en el fútbol», desveló.
Pero nada puede empañar la carrera de uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol, el mejor para muchos, que ha marcado más de 400 goles. Logró títulos con Brasil, el PSV, el Barça, el Real Madrid y el Inter de Milán, entre otros. Se va uno de los grandes. Como dijo Robson en Compostela, tras un gol de Ronaldo para la historia: «Oh, Dios mío».
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