Alcohol

Luchar o beber

La Razón
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Los chicos y las chicas de entre 14 y 24 años se dan atracones de alcohol en un 28,4 y un 18 por ciento respectivamente. Seguramente muchos lo habrán visto en sus padres. En los años ochenta el que no bebía, fumaba y se metía otras drogas varias era un retrasado social. El consumo llegó locamente y nadie advirtió en serio que drogarse mataba. En aquellos años yo tenía una pandilla de niños bien de la que, tristemente, han desaparecido casi todos. Chicos y chicas fueron yéndose pronto por sobredosis, sidas, hígados destrozados… A algunos no les dio tiempo a tener hijos. Los adolescentes de ahora han visto desde niños cómo sus familias beben alcohol habitualmente. Sus referentes emocionales llevan la copa en la mano. No podemos escandalizarnos de que estos jovenzuelos nuevos, criados en el caos familiar, educados en la peor Educación, víctimas del paro, hayan hecho del consumo una forma de no hacerse las preguntas esenciales de la vida, ¿quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué quiero? Hemos cometido el error de no dejarles desear las cosas, se las hemos dado por anticipado. Las cosas sí, pero en el estar con ellos, en la comunicación, en la firmeza no hemos podido ser tan generosos. Ahora reaccionan y salen a la calle a protestar y yo me siento orgullosa. Porque cuando hay algo por lo que luchar hay menos necesidad de beber.
Darse atracones de alcohol puede que a los adolescentes más fuertes no les traiga graves consecuencias. Otros, los que tienen menos capacidad para defenderse del mal, se quedarán enganchados. Su vida, y la de los que les quieren, será muy dura. Una vida desnortada.