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Con uñas y dientes por Pedro Damián de Diego
El autonomismo, o defensa de la autonomía como principio ideológico, puede ser ahora más útil que nunca si se maneja con mesura y sentido común.
Para ello, los gobernantes tienen que conseguir que ese concepto refleje realmente sus principios esenciales (cooperación e integración) y se desprenda de todo aditamento inútil y perverso, con el fin de que cale definitivamente en la ciudadanía y se gane su confianza.
La superación de la crisis económica puede venir como anillo al dedo a la España de las Autonomías, y a Castilla y León en particular, para poner a prueba una forma de gobierno capaz de gestionar más y mejor desde la cercanía, asumiendo para ello, cuando se a necesario, competencias, funciones y recursos hoy todavía dispersos en un maremágnum de organismos e instituciones.
Como garante del Estado del Bienestar, puesto que es el encargado de prestar a los ciudadanos servicios tan esenciales como la educación, la sanidad o la dependencia, el Estado de las Autonomías tiene que garantizar una financiación sólida. Pero, igualmente, ha de ser el primero en mostrar agilidad y eficacia, tanto en su conjunto como en cada una de sus piezas.
Por eso, el sonoro toque de atención sobre este asunto dado por el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, al mostrase dispuesto a defender «con las uñas y con los dientes» el Estado del Bienestar de los que atacan el Estado de las Autonomías, nos invita a meditar profundamente sobre el camino andado, lo que queda por recorrer y los sambenitos autonómicos que, con rigor y astucia, han de quedar enterrados para siempre.
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