Francia

Renoir y el amor a los 15 años

Dirección y guión: Mia Hansen-Love. Fotografía: Stéphane Fontaine. Intérpretes: Lola Créton, Sebastian Urzendowsky, Magne Havard-Brekke. Francia, 2011. Duración: 110 min. Drama.

Renoir y el amor a los 15 años
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¿Es cierto que la gente no cambia? ¿Los mismos gestos nos condenan a repetir los mismos errores? Frente al amor, ¿conservamos la entrega o acabamos por renunciar a la intensidad de las lágrimas, o negamos tercamente esa intuición que nos dice que nos hemos enamorado de alguien que nos hará sufrir? Son preguntas que Mia Hansen-Love se plantea con el mismo rigor cuando observa la adolescencia melancólica de Camille que cuando contempla su serenidad interrogante casi una década después. ¿Ha cambiado Camille? Hansen-Love nos dice que eso es irrelevante: ha comprendido, y es suficiente.

La sencillez con que discurren las imágenes de «Une amour de jeunesse» es patrimonio de los que han bregado con traumas y desengaños y han sabido digerir sus frutos. Sin ir más lejos, al marido de Hansen-Love, Olivier Assayas, le costó unos años llegar a esa (falsa) transparencia de estilo, gestada en «Finales de agosto, principios de septiembre» y madurada en la espléndida «Las horas del verano». Hay algo de Jean Renoir en «Une amour de jeunesse»: no importa tanto juzgar el egoísmo y la insensibilidad de Sullivan, el amor intermitente de Camille, sino entender su inmadurez como parte de su visión del mundo.

Es esa transparencia la que hace que la película avance rápido, que no se detenga nunca ante la pérdida. Es esa energía la que quita importancia a bruscos saltos en el tiempo que apenas se notan, como si la historia de Camille –su depresión, el despertar de una vocación, el nuevo amor, el reencuentro– fueran páginas de un calendario que hay que arrancar para seguir viviendo.
Es esa urgencia la que hace de la película una experiencia tan gratificante, en la que es tan fácil reconocerse. Sí, se trata de la clásica crónica de iniciación, pero Mia Hansen-Love se ocupa de no hacer leña del árbol caído de ninguna de sus fases, de no enfatizar estados de ánimo ni tampoco dilemas morales. Es una película sobre la libertad, o sobre cómo el (des)amor nos hace libres.