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La voluntad o el destino por Andrés Sánchez-Magro

La Razón
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Ha vuelto el Ciclón de Jerez. Ha sido realmente emotiva la salida a hombros de Padilla de la plaza de Olivenza aupado por otros toreros. Torero de corte épico y tremendista, el jerezano ha calado en la emotividad de los aficionados y demás coletas por su honestidad, su autenticidad y, especialmente, su fuerza de voluntad. Vencer al destino es propio de toreros y Padilla, más allá de cuestiones estéticas, es un torbellino que supera la amarga cornada de Zaragoza y sus propias limitaciones. La historia de la tauromaquia se llena, no sólo de «Morantes» y «José Tomáses», sino de esos legionarios del toreo curtidos en mil guerras como Juan José Padilla.
Torero grandilocuente, muy excesivo y teatral, se ha granjeado simpatías y partidarios en numerosas plazas. A Padilla se le reconoce haber tenido que bailar con corridas duras y tener que sobrevivir en el filo de la navaja ante hierros que sólo permiten la madera de héroe. Ha buscado su sello este torero, en el casticismo, en los detalles tipos, en sus patillas de hacha a lo Sierra Morena y en unos vestidos de torear tan imposibles que a veces parecen de guardarropía. Rehiletero bullicioso, maneja con la misma sangre y fervor capa y muleta. No es un estilista, desde luego, pero la pasión y la voluntad de ser adornan a un diestro que va a ser noticia durante esta mustia temporada.
La resurrección de Olivenza, que se marca en el estupendo serial anual que se programa en la bella localidad pacense, tiene la verdad y la alternativa de un torero al que ha cambiado la moneda su destino y quiere seguir siendo gente en esto. El tercio de banderillas compartido con Morante y Manzanares simboliza que en el toreo caben muchas historias.