Barcelona

Enviados a proponer el Evangelio por Lluís Martínez Sistach

La Razón
La RazónLa Razón

Se cierra hoy en el Sínodo de los obispos que ha estudiado el tema «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana». Los obispos que hemos tenido el honor de participar en esta asamblea retornamos ahora a nuestras diócesis. El Sínodo, en profunda sintonía con el Papa, ha formulado unas propuestas que, entregadas al Santo Padre, serán el tema de un documento suyo a toda la Iglesia en forma de una exhortación apostólica. Así ha sucedido con las asambleas de esta institución, como las dedicadas a la Eucaristía y a la Palabra de Dios.
Cada día estoy más convencido de que nuestra primera misión en este tiempo de la historia de los hombres es proponer el Evangelio de la vida y de la salvación que Dios anuncia y realiza enviando a su Hijo único. Él ha venido para que tengamos vida sobreabundante y nos envía para que los hombres y las mujeres tengan esta vida y el mundo sea salvado.
Hemos de ser muy conscientes de que la propuesta del Evangelio ha ser sobre todo el anuncio de la persona de Jesucristo. En su primera encíclica, «Dios es amor», Benedicto XVI nos dice que el fundamento de la vida cristiana es «el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con esto, una orientación decisiva». Ciertamente, como decía el gran teólogo John Henry Newman, beatificado por Benedicto XVI, «la fe no es alguna cosa. La fe es Alguien. Y la fe no es cualquier alguien. La fe es Jesucristo».
Pensando en nuestra estimada archidiócesis de Barcelona, durante el Sínodo he recordado el gran número de cristianos que se esfuerzan por vivir la fe y dar testimonio de Jesucristo y del Evangelio en la discreción y la confianza, a través de todas las situaciones de su existencia.
Y he pensado también en todos aquellos numerosos creyentes de otras religiones, con los cuales estamos llamados a vivir y a convivir en nuestra sociedad cada vez más plural y globalizada. Más aún, he tenido presentes en la plegaria, en el espíritu y en el corazón a quienes están alejados o privados de toda fe.
Nuestra comunidad diocesana ha sentido muy vivamente, en estos últimos años, este imperativo evangelizador. Una pastoral misionera ha inspirado los diversos planes que hemos preparado y aplicado entre todos. No nos desanimemos ante las dificultades. La victoria que ha vencido al mundo es la resurrección de Jesucristo.
Juan Pablo II, desde el primer momento de su pontificado, nos hizo una invitación, todavía hoy muy actual y necesaria: «No tengáis miedo». Recordad que son también las palabras dirigidas por Jesús resucitado a sus apóstoles. Palabras que hoy nos dirige también a nosotros.
El pasado domingo celebrábamos la Jornada Misionera Mundial, el Domund. En el mensaje hecho público para esta ocasión, Benedicto XVI nos dice unas palabras que nos pueden animar mucho en estos momentos. Son éstas: «Hemos de revivir el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas, que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y su testimonio".
El Espíritu Santo acompañará nuestros esfuerzos evangelizadores en este Año de la Fe que acabamos de comenzar y no nos faltará la voluntad de construir unas comunidades eclesiales que sean cada día más evangelizadas en su interior y más evangelizadoras ante el mundo de hoy para transmitir la fe cristiana.