
Bruselas
El pepinazo conspiración alemana
El pepino español ha sido indultado. Con la peculiaridad de que el veredicto ha venido dado por el propio fiscal acusador: las autoridades sanitarias de Hamburgo. Así lo aseguró ayer la senadora Cornelia Prüfer-Storks, titular de Sanidad del Estado alemán.> La UE estudia una reunión extraordinaria en junio para abordar «la crisis de los pepinos»> La UE compensará a los agricultores españoles por la «crisis del pepino»> Los exportadores de hortalizas piden a Zapatero su intervención «urgente»

¿Su dictamen? Las muestras en las heces de los afectados por la cepa O104:H4, variante de la bacteria E.coli, no coinciden con la descubierta en las hortalizas españolas que se encontraban en el mercado de Hamburgo, origen del foco. Así, en dos de los cuatro análisis no se hallaron coincidencias. Con todo, Prüfer-Storks, propagadora de una polémica que ha hecho mucho daño –y posiblemente todavía hará– al sector hortofrutícola español, no sólo no se arrepiente de sus palabras, sino que considera correcta su actuación desde el inicio de la crisis: los pepinos presentaban otros patógenos de riesgo para la salud que había que hacer públicos, dejó caer ayer. Lo que no pueden asegurar, por el momento, es la situación de la fuente del brote. Y mientras, la «epidemia» se extiende allende Europa.
Estados Unidos anunció ayer que ha comenzado a analizar lotes de pepinos, tomates y lechugas de origen español, «por precaución», explica un organismo oficial. Alemania tendrá que apuntar a otro lado fuera de nuestras fronteras. ¿Torpeza? ¿Precipitación? ¿O, directamente, mala fe? No había pruebas para culpar a España de la forma tan fulminante como se hizo. En nuestro país no se ha hallado ningún foco y no se han detectado casos, salvo el de un ciudadano de San Sebastián que viajó cerca de la zona afectada. La atleta Elena Espeso también sufrió los efectos de la bacteria, aunque su fuerza de voluntad la ayudó a terminar cuarta en la maratón de Hamburgo, a pesar de sufrir los síntomas de la intoxicación. Estuvo nueve días ingresada en un hospital alemán.
Bacteria con antedentes
Y hay más, el primer infectado por la E. coli se registró días antes del 12 de mayo, fecha en la que llegó a Hamburgo el cargamento de pepinos supuestamente contaminados. Y, lo que no deja de ser relevante: ya en 2001, la cepa O104-H4 fue detectada en Alemania. Y cinco años después, también fue detectada en Corea. Por otro lado, tampoco está claro cuántas víctimas mortales se pueden atribuir a la bacteria: mientras Alemania cifra en 15 los fallecidos, la Comisión sólo confirmaba tres, dos en Alemania y otro en Suecia. Por todos estos motivos, la Unión Europea (UE) estudia una serie de medidas para compensar económicamente al sector. Con todo, los productores y exportadores sospechan que estas ayudas van a ser insuficientes. «El sistema de gestión de crisis de la UE estipula que son 3 céntimos por kilo de compensación, cuando a nosotros nos cuesta 50 céntimos», se lamentó ayer José María Pozancos, director general de Fepex.
El pimiento, primer ataque
En la zona de Almería, la más perjudicada por la crisis, los rumores son constantes y entre los agricultores barajan varias tesis. Juan Salvador, comercial del sector, aporta un dato más: «En diciembre de 2010, los alemanes intentaron boicotear nuestra producción de pimientos. Nos acusaron de utilizar unos colorantes que ayudaban a que el producto madurara antes. Los precios se desplomaron en diciembre, pero como no fueron capaces de demostrar nada, en enero nos recuperamos», explica. Desde la distribuidora MartiGarcía S.L. van más allá. Uno de sus trabajadores habla de «politiqueo y amiguismo» entre los vecinos alemanes. Las buenas condiciones meteorológicas del año pasado han adelantado la temporada en varias zonas de Francia y Holanda. Ésta última «es la más beneficiada porque gracias a esta crisis sus precios se han elevado», asegura.
Expertos en la seguridad alimentaria y del mundo académico señalan que no es la primera vez que se produce un «roce» con Alemania en lo que se refiere a una intoxicación. En 2001, el país germano acusó a España de que los «potitos» importados incluían un exceso de lindano, un fertilizante. Si bien es verdad que el alimento infantil incluía ese componente, no incumplía los límites impuestos por Bruselas. Las autoridades españolas demostraron que un niño tendría que haber ingerido 640 potitos de golpe como para que resultara nocivo. Finalmente, España ganó por la vía contenciosa. «En un caso como éste, se dan varias circunstancias.
En Alemania, donde se invierte una importante suma en métodos analíticos, es necesario sacarles partido. De hecho, hay un exceso de fe en lo analítico. Pero también es verdad que estos ‘‘potitos'' españoles, llegaban a Alemania con una buena relación calidad-precio. Y es fácil hacer leña del árbol caído», afirman expertos que estudiaron el caso. No fue la primera vez. En 1988, las autoridades alemanes acusaron a España por unos mejillones que, afirmaban, habían desarrollado una alta concentración de biotoxinas. Sin embargo, todo aquel episodio se redujo a un error analítico y el asunto se resolvió a título bilateral.
Cornelia Prüfer-Storks, senadora de Sanidad del Estado de Hamburgo
A regañadientes, tuvo que confirmar ayer que la variante de la bacteria «E. coli» descubierta en los pepinos españoles no coincide con la encontrada en las heces de los pacientes. Ella fue la primera en gritar a los cuatro vientos que la bacteria letal procedía del campo español, cuando no se contaba con análisis concluyentes.
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