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Madridismo en Sepang por Nacho Villa
Con Fernando Alonso en lo alto del cajón en el Gran Premio de Malasia, después de muchos meses de sufrimiento y de trabajo, los madridistas estamos contentos. Nos sentimos felices. Y es que el madridismo de Alonso es algo más que una afición; es sin duda un espíritu, un ADN deportivo que nos hace ver detrás del sacrificio del campeón asturiano el verdadero fondo del madridismo: lucha constante, confianza en la victoria, perseverancia ante la dureza. Alonso, que en estos últimos años ha tenido que luchar contra las debilidades de Ferrari y contra los errores estratégicos de su propio equipo, ahora –¡por fin!– y cuando menos se esperaba ha demostrado en el circuito de Sepang que es un piloto campeón, que es un piloto de raza y que, aunque son muchas las cuestiones que están en su contra para ganar, ha sabido suplir con riesgo, con valentía y valor las evidentes deficiencias de los coches de Ferrari. Alonso en Malasia ha demostrado ser mágico y grande como pocos. Sinceramente, un campeón de primera.
Alonso ganaba en Sepang, pocas horas después de que el Real Madrid goleara a la Real Sociedad en Liga. Manteniendo así los seis puntos de ventaja sobre el Barça en una semana de nervios en el Bernabéu. Pero –¡en fin!– entre tanta movida futbolera, no estaría de más que la primera plantilla del Madrid visionara la carrera de Alonso en Malasia. La carrera de un campeón que sabe superar las dificultades sin echar la culpa a nadie. Una buena receta que también sirve para el fútbol.
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