Buenos Aires
Dos bardos oportunistas por Martín Prieto
En los años ochenta era requerido para dar conferencias altruistas en los círculos sociales y políticos de Buenos Aires sobre la Transición española entre ovaciones cerradas porque para ellos nuestro espejo era su esperanza. El ex presidente Adolfo Suárez en viaje privado me citó en un hotel para que le describiera el ambiente. Le tomé del brazo y le saqué a pasear por la peatonal calle Florida (una especie de Serrano o Milla de Oro) y nunca lo hubiera hecho porque al ir Adolfo, sin escolta, los viandantes se le echaron encima cubriéndole de besos, abrazos y elogios al grito de: «¡Viva España!». No eran españoles, eran porteños y hubimos de regresar a las corridas al hotel antes de originar un desorden público. La semana pasada el Congreso argentino aprobó por mayoría abrumadora la expropiación de YPF ante una oposición mínima tan dividida que cada partido parece un neutrino. El escenario era extravagante con una gigantesca imagen de Néstor Kirchner revirando el ojo más como Nosferatu que como pingüino, y a todo diputado que defendía los derechos de la petrolera se le tildaba de «español» como si fuera el mayor epíteto que pudiera dedicarse. La presidenta se lleva el acta de nacionalización a Río Gallegos para introducirlo en la tumba del marido como obsequio de la nigromancia tan cara al peronismo. Dos bardos oportunistas en dueto por esas geografías, Serrat y Sabina, han declarado su satisfacción por el despojo sumándose a los que estiman que Argentina no tiene que pagar nada por el expolio. No sé dónde estos dos pájaros cantores pagarán sus impuestos cuando trinan por esas tierras, pero serán recompensados. Sabina juega en segunda división, pero Serrat en Buenos Aires es Gardel y sus palabras son dañinas. Nos llamaban gallegos despectivamente y ahora españoles como colmo de la infamia. Con la ayuda de los bardos el antiespañolismo ha sentado base en el Río de la Plata. Cornudos y apaleados.
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