India

El hambre abertzale por Martín Prieto

La Razón
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El Mahatma ( Alma Grande ) Gandhi fue un apóstol del «Satyagraja» ( resistencia pasiva ) y un creativo de la huelga de hambre. Son incontables las que llevó a cabo pero siempre las suspendía en el penúltimo momento y le confesaba a su sobrina, con la que dormía, que pasados unos pocos días el hambre dejaba de estrujar el estómago. Murió en la atroz partición de la India entre musulmanes e hindúes y otras confesiones a manos de un pistolero que le culpaba de la división del Indostán organizada por Lord Moutbatten, virrey británico, asesinado por el IRA años después. La huelga de hambre es un chantaje a la sociedad propia de pícaros (con perdón a Gandhi) y son escasos los que fallecen en este trance. Nuestro antecedente es el multiasesino De Juana Chaos que se duchaba en el hospital con su novia que le traficaba jamón de York, aprovechó para operarse de unas almorranas y sirviéndose de las debilidades de Zapatero fue puesto en libertad provisional y desapareció por siempre jamás librándose de un nuevo juicio. En todo Occidente hay presos que mueren de su hora final, en las cárceles, en los hospitales penitenciarios o privados bajo custodia, y el cáncer no es la Cofradía de la Paz y la Caridad que salva al reo cubriéndole con sus capas. El universo abertzale está haciendo otra cosmogonía con la huelga de hambre de Uribetxeberría. Los oncólogos raramente hablan a sus pacientes de «fase terminal», primero porque morirse es muy difícil y segundo porque no hay cancerosos sino enfermos con cáncer, y el tratamiento de los diferentes tumores no es una ciencia exacta. Los hijos de Sabino Arana piden la excarcelación de los presos etarras enfermos, aunque tengan un uñero. Y es que hasta los gatos quieren zapatos. Están tan desavisados que también etarras presos en Francia secundaran al cruel carcelero de Ortega Lara. Se las van a ver con la disciplina penitenciaria gala. Todos nos vamos a morir pero ETA exige hacerlo en «business». Si el sayón quiere morirse que se ponga en paz con Dios y con los hombres.