Afganistán
Mientras silban las balas
Así se va a votar lo quieran o no los candidatos sin opciones a la victoria que han tocado la campana. Y lo han hecho porque en Haití se debería estar en la lucha por la supervivencia y no por el poder. No habrá transformación desde arriba salga lo que salga de las urnas: el presumible continuismo de Celestin o el supuesto reformismo de Manigat. Habrá estancamiento porque son demasiadas las cuerdas que mantienen inmovilizado al país.
No es el momento porque en una nación sacudida y golpeada por el caos, asustada y castigada por el cólera, y eternamente en vías de desarrollo. Especialmente si está en el interés de la UE y la ONU contribuir a que una nación pasto de la incompetencia y la corruptela de sus gobernantes pase a ser algo más que una democracia de cartón-piedra. Básicamente si desde el exterior se anima a que se den pasos sólidos para la emergencia y consolidación de un mínimo sistema de bienestar, sin intervencionismos militares ni injerencias políticas exógenas. Sin tutelajes.
Tocaría mirar en este punto a EE UU, pero no está Washington para obstruir o alargar el camino a unas elecciones apelando a un envenenado clima de violencia. Tras las experiencias en Irak y Afganistán, no está para decir que la democracia debe asentarse en algo más que el ritual, la superstición y la estadística de las papeletas. Aunque ésa sea la realidad.
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