Sevilla

Sevilla de paseo

La Razón
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Esto no es un eslogan turístico, que podría serlo, es una especie de ejercicio saludable que me impongo los días laborables, desde que el sol se ha apoderado de la ciudad. Recorrido de ayer mismo: calle San Fernando, Jardines de Murillo, callejeo y salida frente a la iglesia de Santa Cruz. Entrar en un iglesia sevillana siempre es satisfactorio y además te encuentras algo distinto. Por ejemplo, el primer palio que veo montado con candelería incluida, en el altar mayor, el Cristo de Santa Cruz, con motivo de los cultos. Sencillez y elegancia propias de esta hermandad. No hay más remedio que sumergirse en el tópico, a la salida a Mateos Gago el perfume del azahar embriaga y se te pone cara de bobo de Dios, esperando que aparezca un nazareno por la primera esquina. Cruzo la Catedral, en el altar mayor, misa de canónigos. Avenida y, tras la vuelta al ruedo, incorporación a Onda Cero. Como estamos ya en fecha de momentos, de punzadas, de pálpitos que te acercan al Domingo de Ramos, el jueves viví uno interesantísimo. Luis Miguel Martín Rubio, «Luismi» para los sevillanos, pregonaba «Pasión y gloria de Sevilla». El marco, magnífico, el teatro de Capitanía general, que es sin duda una de las salas más bonitas que hay en España; por cierto, abarrotado y con aquello tan rancio, pero verdadero, de que en la platea estaba casi toda Sevilla. Presentó con garbo y gracia Ricardo Laguillo. El pregonero llenó de emoción y al tiempo de humor y naturalidad su pregón. Recorrió la Semana Santa desde que era un niño hasta los momentos en que tuvo la responsabilidad, como teniente de alcalde, de la seguridad ciudadana. Para que no faltara nada, la banda del regimiento Soria, siempre tendrá este nombre para los capillitas de más de 40 años, nos transportó a la calle Placentines detrás de un paso de palio. Tampoco faltaron las saetas, a las diez de la noche salías con ganas de ir a ver recogerse la hermandad de tu barrio.