Educación
Es tiempo de imaginación
He leído que nuestros escolares van a tener un mayor acceso al aprendizaje de idiomas y al uso del ordenador en el aula. De este modo se espera que nuestra comunidad autónoma sea cada vez más competitiva en cuanto a calificaciones escolares. A mí me da que pensar, sin embargo, una política educativa que estimula la competitividad en el aula. No es nueva, en absoluto, pues ya cuando yo era niño daban diplomas a fin de curso. Pero una cosa es premiar el esfuerzo y otra diferente premiar la excelencia. La excelencia es como el buen vino: se recomienda a sí misma. Ya la vida profesional compensará la excelencia demostrada en la vida escolar y académica. Pero en la escuela lo que creo se ha de estimular no es tanto la excelencia como el esfuerzo. No se trata de ser el mejor sino de mejorar lo presente. Y lo presente, a juzgar por los hechos, anda desmejorado, abatido por esa plaga que solemos llamar "fracaso escolar". Yo creo que del fracaso escolar se puede decir que es también un fracaso docente. El fracaso docente se anuncia en el hogar, donde unos padres poco responsables pretenden que su hijo sea tan listo como el del vecino. Y el fracaso anunciado se cumple en la escuela, donde se obliga a los niños a estudiar cosas que no les interesa saber. Padres y profesores olvidan que también ellos estudiaron con desigual interés las asignaturas cursadas. Hoy, el problema de la motivación digamos que se ha disparado y que las cosas que los niños quieren saber no forman parte del programa escolar. Aprendizajes instrumentales como los idiomas o la informática tienen, sin embargo, alguna posibilidad de atraer el interés del alumnado. En cuanto a lo demás, creo que habrá que estimular la motivación o el esfuerzo más que la excelencia. Es tiempo para la imaginación.
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