Estocolmo

EL ANÁLISIS: Salta el mundo

Tres coches de Policía quemados: Un portavoz de los Servicios de Bomberos de Londres indicó que, por el momento, «los incendios se encuentran bajo control». 

Tres coches de Policía quemados: Un portavoz de los Servicios de Bomberos de Londres indicó que, por el momento, «los incendios se encuentran bajo control»
Tres coches de Policía quemados: Un portavoz de los Servicios de Bomberos de Londres indicó que, por el momento, «los incendios se encuentran bajo control»larazon

De siempre sólo las malas son noticias. Lo que pasa es que ahora tenemos a nuestros alcance muchos más sitios donde encontrarlas y de forma instantánea. Los institutos especializados que cuantifican los conflictos, su duración y letalidad, como el SIPRI de Estocolmo, nos dicen que en realidad han bajado en número y en víctimas desde el final de la Guerra Fría.

Pero la sensación que nos crea el continuo bombardeo de noticias nos zarandea de la insensibilidad a la desazón, mientras que a los predispuestos por el motivo que sea les proporciona ejemplos que emular. La revuelta antidictatorial árabe inspira a nuestros indignados y termina mordiéndose la cola con las protestas de israelíes descontentos contra su Gobierno.

La dosis de hoy son los disturbios en el Norte de Londres, en áreas sobre todo negras y en todo caso pobres. La pobreza no es por sí misma un factor de violencia, pero puede ser yesca que otras chispas prendan. El detonante ha sido más que habitual: una desgraciada actuación de la Policía, sin duda fortuita. Al socaire de la explosión social, hay quienes se lanzan al puro lucro vandálico.

Los antecedentes abundan. En el centro de Londres, el pasado diciembre estudiantes airados de que les subieran las matrículas –es obvio que deben ser los demás los que paguen sus estudios– zarandearon el coche de los príncipes de Gales.

Pero los de ahora recuerdan más lo de la periferia de París de hace un par de años y los tremendos disturbios de los «ghettos» negros de las grandes ciudades americanas de la segunda mitad de los sesenta, que comenzaron en Watts, Los Ángeles, en agosto de 1965.

Hay muchos factores de frustración y desquiciamiento en las modernas sociedades urbanas y con frecuencia la civilización no es más que una corteza tenue y quebradiza.