Sociedad

Otro ataque brutal de un perro peligroso

Gonzalo tiene diez años y una forma muy inocente de contar lo que le pasó el pasado 4 de septiembre. «Fuimos al centro comercial a comprar unos cromos. También nos compramos un snack. Luego fuimos a ver unos gatitos que estaban ahí y nos dimos cuenta que nos seguían. Primero fueron a por Beatriz, pero su bici era más grande, entonces fueron a por mí».

Otro ataque brutal de un perro peligroso
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Lo que vivió este chaval en realidad fue un ataque en manada de dos rottweilers. Las imágenes de las heridas dan una idea de la brutalidad de la agresión. Esta historia podría haber acabado en tragedia si no llega a ser por un héroe anónimo que se atrevió a golpear con un palo en la cabeza a uno de los rottweilers.

Todo comenzó en torno a las siete de la tarde. Gonzalo estaba en casa de unos amigos. En un momento dado, decidieron coger las bicis y acercarse al centro comercial para comprar unos cromos. Tras las compras, se volvieron a subir a las dos ruedas y emprendieron el camino a casa. Una pareja suelta y sin bozal de rottweilers les seguía de cerca.

A Gonzalo le mordieron primero en la pierna todavía subido a la bici. Entre los dos, consiguieron desmontarlo y tirarle al suelo. A partir de ahí, las dentelladas no cesaron. Cada animal de un sitio. Los perros se ensañaron con el pequeño. La amiga de Gonzalo salió a la carretera en busca de auxilio. Dos coches pasaron y no quisieron ayudar, en el tercero viajaba Guillermo.

Él sí se atrevió a bajar y golpeó a uno de los canes. Al otro le espantaron con el coche. El héroe cogió al chico y le llevó a un centro de salud. Más tarde tuvo que ir al hospital para ser operado. Gonzalo vive en Boadilla del Monte en la urbanización Las Lomas. El suceso ocurrió cerca de allí, pero no era la primera vez que pasaba. Cuatro días antes, los mismos perros habían atacado a otro niño.

Al parecer, es habitual que estos canes se escapen de su casa. Allí viven más perros que también suelen salir de sus lindes. Sin embargo, el dueño asegura que no pueden probar que se trate de sus perros y niega los hechos. Ni siquiera se ha disculpado.

Emilio, el padre del pequeño, se siente impotente. «Nunca te esperas que te pase algo así. No sabes qué hacer», explica. Lo más lamentable sea quizá que el dueño no sólo no asuma sus responsabilidades, sino que no empatice con la familia ni se interese por el pequeño. «Si no llega a aparecer este buen hombre, lo mismo estos animales hubiesen matado a mi hijo. Además, es que puede volver a pasar en cualquier momento. Por qué se tiene que esperar a la tragedia para actuar», se pregunta. De momento, el caso está en los juzgados de Móstoles.