Londres

Un reto

La Razón
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«You have really challenged the whole country to sit up and think, and that can only be a good thing». Perdón por la pedantería de empezar así el artículo, pero no he podido resistirlo; enseguida lo traduzco. Cito al Primer Ministro inglés James Cameron en su «farewell speech» –perdón otra vez–, es decir, despedida a Benedicto XVI tras visitar el Reino Unido. Traduzco: «Usted realmente ha retado a todo el país a sentarse y pensar, y eso sólo puede ser algo bueno», palabras que tuvieron gran resonancia en la prensa. Deseo que ese epílogo de Cameron sea el prólogo aquí, en España, de la inminente visita del Papa. Espero que nuestros representantes políticos digan algo parecido, lo que denotaría altura, nivel, porque la política no es la gresca diaria.
Aunque hace ya un mes y medio que Benedicto XVI visitó el Reino Unido aún estoy «digiriendo» sus palabras, y creo que se me va a agolpar el trabajo tras su visita a España. Del viaje al Reino Unido tomo dos discursos: el de Westminster Hall, en su encuentro con representantes de la sociedad británica y el del Colegio Universitario de St. Mary's College, en Twickenham, con alumnos de colegios católicos británicos. Ambos son memorables y no porque dijese cosas nuevas –en realidad la Iglesia lleva veinte siglos diciendo lo mismo–, pero la claridad, la profundidad y la sencillez hacen de Benedicto XVI un comunicador de primera: es elegante, pero directo; familiar, pero profundo, va al grano y se le entiende todo, todo.
En Westminster Hall el Papa hizo Historia. Era recibido con todos los honores por el sonido de varias decenas de trompetas y los aplausos de las personas más influyentes de la sociedad británica; entraba en donde, casi quinientos años atrás, Tomás Moro salía precedido del alguacil que portaba un hacha con el filo vuelto hacia su rostro. Era la señal de la condena a muerte; se consumaba la separación de Inglaterra de la Iglesia. Invito a ver este acto en Youtube y a leer las palabras del Papa en la web del Vaticano, www.vatican.va. Con Tomás salía de Westminster Hall un ejemplo de ética política y con Benedicto XVI vuelve; retoma las palabras de Tomás Moro en el punto en que el verdugo las cortó, nunca mejor dicho. Habló de nuevo de los fundamentos éticos de la política y del ejercicio del poder; y añadió que en el debate político la religión no es enemiga, ayuda a la razón a descubrir principios morales objetivos; no es un problema para el poder político sino una contribución vital al debate público.
En el Colegio Universitario de St. Mary's College se celebró un Great Assembly. ¿Qué es eso? En un e-mail Enrique, un hijo mío afincado en Londres y testigo de esos días, me lo explica: «Las ‘‘assemblies'' son como reuniones que se hacen en los colegios de aquí por las mañanas y en las que se reúne a todos los alumnos y se dan avisos y si el colegio es católico también se dan como una especie de charlas de formación, etc. (gratas memorias de siestas en las ‘‘assemblies'' a las 8 de la mañana!). La de St Mary's se llamaba "great"porque había allí un montón de estudiantes y porque TODOS los colegios católicos de GB estaban teniendo ‘assembly' a la vez y estaban todos conectados a la principal por videoconferencia».
 Había ido a beatificar al Cardenal Newman, un santo del siglo XIX, y nada más empezar el Papa fue directo: «espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI». Como su predecesor, Benedicto XVI cuando habla a la juventud es exigente, no adula –«cuando os invito a ser santos, os pido que no os conforméis con ser de segunda fila» o «no os contentéis con ser mediocres»–; y como quiere sacar lo mejor de quien le oye pone a cada uno delante del espejo: «¿Qué tipo de persona os gustaría ser de verdad?». El deseo de fama, dinero, éxito profesional «no os llenará de satisfacción a menos que aspiremos a algo más grande aún» y ante el deseo natural de felicidad advierte que «la felicidad es algo que todos quieren, pero una de las mayores tragedias de este mundo es que muchísima gente jamás la encuentra, porque la busca en los lugares equivocados». Lo dejo aquí. Para conocer el desenlace aconsejo leer el discurso entero en la misma Web.
Si me centro en estos dos discursos es por varias razones. Primero porque el sábado llega el Papa; segundo, porque España vive una crisis moral gravísima, en lo político y en lo no político; tercero, porque frente al empeño de algunos por hundirnos más en esa crisis moral, que buscan con sus políticas educativas que aflore lo peor de la persona y desprecian a la juventud –el futuro, valga la redundancia–, nos visita la única voz que ahora, en el mundo, está marcando las pautas para regenerar unas sociedades decadentes. Deseo que muchos –políticos y no políticos– asuman el reto que Cameron ha visto en el Papa. Eso ya sería un exitazo.